«Si alguno viere a su hermano cometer pecado que no sea de muerte, pedirá, y Dios le dará vida…»
(1 Juan 5:16)
Observe que en este versículo no dice que si vemos a nuestro hermano pecar, debemos llamar a un amigo y contarle al respecto. Tampoco leemos que tengamos que reunirnos en una cafetería después de la iglesia, y criticarlo por su mal comportamiento. No, ahí dice que debemos orar por él, y Dios le dará vida.
Orar de manera genuina y con todo nuestro corazón por un hermano que ha tropezado y caído en pecado, es una de las más poderosas expresiones de amor. Esa oración, le abre la puerta al Espíritu de Dios; a fin de que Él pueda acceder a la vida de las personas a quienes el diablo ha atado con falta de conocimiento y engaño. Nuestra oración de intercesión puede destruir las obras de Satanás en la vida de nuestros hermanos y hermanas en Cristo, de modo que el perfecto plan de Dios se cumpla en la vida de ellos. ¡Nuestras oraciones pueden hacerlos libres!
Si nos ponemos a disposición del Espíritu Santo para orar por los demás en amor, Él nos mostrará, mediante el espíritu, cuando alguien necesite oración. Aun si no sabemos con exactitud por qué orar, podemos interceder perfectamente en otras lenguas hasta tener la seguridad en nuestro corazón de que la voluntad de Dios se ha cumplido. A ese hecho, se refería el apóstol Pablo en Romanos 8:26-28:
Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos. Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.
Muchas personas piensan que esos versículos se refieren a que las obras del diablo funcionarán para bien en los hijos de Dios. Sin embargo, Pablo en ningún momento mencionó al diablo. Él se refería a las cosas de Dios: el nombre de Jesús, los dones del Espíritu, la PALABRA de Dios, y todas las demás armas espirituales de la milicia que Jesús envió a la Tierra; a fin de fortalecer y darle la victoria al Cuerpo de Cristo.
Si comenzamos a usar esas armas en oración unos por otros, todas juntas obrarán para llevar a cabo el buen plan de Dios para nuestra vida; y las malignas conspiraciones de Satanás no funcionarán. Cuando el amor nos lleva a postrarnos a interceder por nuestro hermano que ha pecado, en lugar de llamar por teléfono para hablar de él; experimentaremos las más grandes victorias que hayamos visto.