«Y todo aquel que invocare el nombre del SEÑOR, será salvo.»
(Hechos 2:21)
A menudo, no logramos comprender el significado de invocar el nombre del SEÑOR; pues en lugar de llamarlo por Su verdadero nombre, le llamamos: Dios. Por supuesto, no hay nada de malo en llamarlo así. Ese nombre es sólo una traducción al español del hebreo original: Jehová, el cual es usado en el Antiguo Testamento. Sin embargo, no se transmite a cabalidad lo que la Biblia desea enseñarnos.
En nuestro idioma, la palabra Dios sólo significa: “Un ser supremo”, y aunque nuestro Padre celestial sin duda es el ser supremo, es mucho, mucho más que eso. Después de todo, los musulmanes también creen que Alá es un ser supremo. Y otras religiones, también creen que sus dioses son seres supremos. ¿Cómo podemos saber que ellos no adoran al mismo Dios que nosotros adoramos?
Lo sabemos porque en el Antiguo Testamento, Dios no sólo se auto nombra Jehová; sino también se da a conocer como un Dios de amor agregando ese nombre a Sus otros nombres de pacto. Él se dio a conocer como Jehová Shalom que significa: “El SEÑOR es nuestra paz”. Debido a que la palabra hebrea traducida como paz, tiene una connotación de plenitud —es decir, sin que esté incompleto y que nada le falté—, Él se da a conocer como el Dios que nos da la plenitud, restaura lo que está incompleto y nos redime, a fin de que no nos falte nada.
Él se llamó a sí mismo Jehová Raah, que significa: “El SEÑOR es mi pastor”, pues Él desea que sepamos que cuidará de nosotros y nos guiará. Él anhela guiarnos a lugares de delicados pastos, junto a aguas de reposo y protegernos, a tal punto que nunca sintamos temor.
Jehová Jireh, significa: “El SEÑOR proveerá”, por tanto, jamás tendremos que preocuparnos por la miseria o la escasez. Podemos estar seguros que cuando invoquemos Su nombre, Él siempre nos proveerá en medio de nuestras necesidades.
Al llamarse Jehová Nissi: “El SEÑOR es nuestra bandera”, quiso que supiéramos que nunca tendríamos que librar una batalla solos. Cuando el enemigo nos ataque, Dios desatará todo Su poder a nuestro favor, y nos dará la victoria.
Jehová Tsidkenu: “El SEÑOR es nuestra justicia”, y nos libra del pecado. Y Jehová Rapha: “El SEÑOR es mi Sanador”, pues es quien nos provee sanidad para todas nuestras enfermedades.
En todos esos y Sus demás nombres de pacto, Dios nos revela Su verdadera identidad. Él se da a conocer como el Dador supremo de paz, el Pastor supremo, el Proveedor supremo, el Defensor, el Redentor y el Sanador de todos aquellos que invocan Su nombre. Ningún otro aclamado “dios” sobre la Tierra puede atribuirse esos maravillosos títulos. Ningún otro dios, sino el Dios y Padre de nuestro SEÑOR Jesucristo puede ser llamado el DIOS DE AMOR.