Cuando estabas perdido no importaba el tipo de pecado que cometías —pecado es pecado—. El adulterio, la mentira, o cualquier otra cosa que la carne produce en la vida del pecador, es el resultado del que sigue su naturaleza. Y ninguno de esos pecados se le han retenido a nadie (2 Corintios 5:19). El único pecado que mantiene a alguien fuera del reino de Dios, es rechazar a Jesús.
Cuando hiciste a Jesús tu Señor, te convertiste en una nueva criatura. Y la palabra nueva, significa: nuevo en todas formas. Las cosas viejas pasaron, y todas son hechas nuevas (2 Corintios 5:17).
El apóstol Pablo depositó tanto su fe en la sangre de Jesús después de su conversión, que él escribió en 2 Corintios 7:2, que no le había hecho daño a nadie, que no había corrompido a nadie, y que no había engañado a nadie. Nosotros sabemos, gracias al libro de Hechos, que la razón por la que Jesús lo detuvo en el camino a Damasco fue para detener la persecución que le estaba haciendo a la iglesia. Saulo de Tarso, quien tiempo después fue llamado Pablo, se convirtió en una nueva criatura. Su vida pasada fue borrada y estaba viviendo una nueva vida en Cristo Jesús. Pablo no estaba respondiéndole al llamado de las personas, estaba respondiéndole al llamado de Dios.
Te animamos a que empieces a establecer quién eres en Cristo, como lo hizo el apóstol Pablo. Si lo haces, ¡verás lo que en realidad significa ser una nueva criatura!