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Pregunta del día

agosto 30

¿Está bien volver a casarse?

A menudo nos preguntan si un cristiano  puede divorciarse y si un cristiano divorciado puede volver a casarse. La realidad es que no existe una respuesta general a estas interrogantes. En otras palabras, no podemos declarar que es correcto o incorrecto que un cristiano se divorcie o se vuelva a casar.

 

El divorcio, en absoluto, es un evento indeseable; y la Biblia es clara en afirmar que Dios aborrece el divorcio (Malaquías 2:14-16). El divorcio, en la mayoría de casos, siempre es una experiencia dolorosa que daña las relaciones y produce tensión en los miembros una familia y en los hijos. Podemos comprenderlo cuando entendemos que el matrimonio; literalmente une a dos personas, como a una sola carne (Mateo 19:5-6). Divorciarse, de forma literal significa que esta unión ha sido separada, dividida y disuelta.

Bajo la ley de Moisés, al pueblo de Israel se le dio reglas específicas con respecto a situaciones como esas. Lo que debemos comprender es que Jesús instituyó una nueva ley, la cual gobernaría al Cuerpo de Cristo; y ésta es la ley del amor (Juan 13:34). Ya no vivimos bajo la ley de Moisés, sino somos gobernados, en cada circunstancia por la ley del amor (Romanos 13:8, 10; Gálatas 5:14, 6:2; Santiago 2:8). ¿Qué significa esto para un cristiano que está considerando divorciarse? Significa que esta persona debe ser guiada por el Espíritu Santo para tomar una decisión basada en la pregunta: “¿Qué haría el amor?”.

¿Qué actitud tomaría el amor? 1 Corintios 13:4-8, leemos: «El amor es paciente y bondadoso; no es envidioso ni jactancioso, no se envanece; no hace nada impropio; no es egoísta ni se irrita; no es rencoroso; no se alegra de la injusticia, sino que se une a la alegría de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás dejará de existir. En cambio, las profecías se acabarán, las lenguas dejarán de hablarse, y el conocimiento llegará a su fin». En la versión RV95, esta última oración se es: “El amor jamás falla”.

¡El amor jamás falla! Cuando ambos miembros de un matrimonio se esfuerzan por vivir en el amor de Dios, su matrimonio jamás fallará. Sin embargo, si el matrimonio de un creyente es un caso diferente, él o ella debe buscar a Dios por dirección y permitirle al Espíritu Santo que lo dirija hacia la verdad (Proverbios 3:5-6; Juan 14:26). Él Señor puede guiar a esta persona en varios aspectos, y sólo ella y Dios sabrán si el divorcio es una opción. Siempre debemos recordar que la Palabra de Dios obra, y cuando un creyente permanece firme en ella por su matrimonio, puede esperar que las cosas cambien.

En Romanos 8:1, leemos: «Por tanto, no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu». Como creyentes, debemos esperar ser guiados por el Espíritu de Dios y saber que Él no traerá condenación a nuestra vida. El divorcio no es el mejor deseo de Dios, pero tampoco es el final de una vida cristiana victoriosa. En Romanos 11:29, dice que los dones y el llamado de Dios es irrevocable. Un cristiano divorciado puede saber, sin lugar a duda, que tiene un lugar especial en el plan de Dios; y a través de Él, puede vivir en victoria y llevar a cabo ¡todo lo que Dios lo ha llamado a cumplir!

En resumen, no existe una ley bíblica para un cristiano con respecto al divorcio, sino que debe seguir la ley del amor. El mismo principio se aplica a volver a casarse. La decisión de volver a casarse debe estar basada en el amor de Dios, y no en deseos egoístas. Si un creyente divorciado en realidad está preparado para ofrecerse a otro creyente en matrimonio, debe hacerlo con la confianza de que el Señor bendecirá esa unión. Recuerda, en Cristo, ¡todas las cosas son hechas nuevas (2 Corintios 5:17)!