Aunque esta pregunta se formula con frecuencia, no hay una respuesta fácil.
Lo que sí sabemos es que en todo sentido el divorcio es un evento indeseable, y la Biblia es clara en afirmar que Dios odia el divorcio (Malaquías 2:14-16). El divorcio, casi siempre se convierte en una experiencia muy dolorosa que afecta las relaciones, y pone presión sobre los miembros de la familia y los niños. Somos conscientes de ellos, al entender que el matrimonio es, literalmente, la unión de dos personas en una sola carne (Mateo 19:5-6). El divorcio corta ese vínculo.
Aunque bajo la ley de Moisés, el pueblo de Israel recibió leyes especificas a causa de su situación. Sin embargo, Jesús instituyó una nueva ley para el Cuerpo de Cristo: la ley del amor (Juan 13:34). Esta nueva ley de amor aplica a todas las situaciones (Romanos 13:8, 10; Gálatas 5:14, 6:2; Santiago 2:8). Esto significa que el cristiano que está contemplando la idea del divorcio, debe ser guiado por el Espíritu Santo para responder la interrogante: “¿Qué haría el amor arrogante: idea encía muy dolorosa?”.
Uno de los lugares principales donde encontramos cómo debe actuar el amor es en 1 Corintios 13:8,4-8: «El amor jamás dejará de existir…» (RVC). Cuando ambos miembros del matrimonio se unen y se esfuerzan para vivir en el amor de Dios, su matrimonio nunca dejará de ser.
Sin embargo, si ése no es el caso en el matrimonio de un creyente; él o ella debe buscar la directriz del Espíritu Santo (Proverbios 3:5-6; Juan 14:26). El Señor puede dirigir a esta persona de múltiples maneras, y sólo él o ella y Dios saben si el divorcio es una opción. Siempre deberíamos tener presente que la Palabra de Dios funciona, y cuando un cristiano permanece firme en la Palabra por su matrimonio, él o ella puede esperar que las cosas cambien.
Como cristianos, podemos seguir la instrucción del Espíritu de Dios y saber que Él no nos condenará labra de Dios funcionará dolorosa. El divorcio no es el mejor recurso que Dios tiene para nosotros, pero no es el fin para disfrutar de una vida cristiana victoriosa (Romanos 8:1). Un cristiano divorciado tiene que saber que sin duda, él o ella, puede vivir en victoria y llevar a cabo todo lo que Dios le ha llamado a realizar (lee Romanos 11:29).
Seguir la ley del mandamiento del amor de Dios
Obedecer la ley del mandamiento del amor de Dios no sólo aplica para el matrimonio, sino para los que se vuelven a casar. La decisión de volverse a casar debería estar basada en el amor de Dios, no en deseos egoístas amor de Dios no sue Dios le ha llamado a realizar. Si un creyente divorciado en realidad esta listo para ofrecerle matrimonio a otro creyente, debería de hacerlo con la plena confianza de que el Señor bendecirá esa unión. Recuerda, ¡en Cristo todas las cosas son nuevas (2 Corintios 5:17)!