La palabra sumisión tiene que ver con orden —no subordinación—. En el mundo espiritual no hay diferencia entre hombres y mujeres. Sin embargo, Dios dejó establecido en el mundo natural un rango de autoridad para mantener el orden, y de esa forma evitar cualquier confusión.

Efesios 5:22, dice: «Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor». Esto no quiere decir que el hombre está en un rango más alto que la mujer, en lo que a importancia, poder, unción o revelación concierne. Sino simplemente significa que en el hogar, el esposo es el líder.

El esposo y la esposa deben actuar juntos en fe como si fueran uno solo. Por esa razón, en Efesios 6:1 dice: «Hijos, obedeced…a vuestros padres…»; y no: “Hijos, obedezcan a su padre”. La mujer tiene la misma autoridad que el hombre.

En el principio, Dios puso al hombre y a la mujer al mismo nivel, como iguales. Sin embargo, cuando Eva permitió que Satanás la usara, cayó en un estado de subordinación. No obstante, ¡Jesús lo cambió todo! Pues puso de vuelta a la mujer en una posición de igualdad con el hombre. Los resucitó a ambos, y los hizo sentarse en lugares celestiales (Efesios 2:6).