En realidad, ninguna persona que ha hecho a Jesucristo el Señor de su vida, puede tener un espíritu demoniaco y al Espíritu Santo al mismo tiempo. Sin embargo, sí puede tener un espíritu demoniaco influenciando su cuerpo y su mente.
Satanás no tiene acceso a nuestro espíritu. Él sólo puede atacar al creyente a través de su mente o su cuerpo. Y nosotros como creyentes, debemos atacarlo en el mundo espiritual. Aunque vivamos en un cuerpo físico, no estamos restringidos sólo a las armas físicas. 2 Corintios 10:4, dice que: «Las armas con las que luchamos no son las de este mundo, sino las poderosas armas de Dios, capaces de destruir fortalezas». ¡Usa la Palabra, y el diablo huirá todo el tiempo!