La misericordia de Dios está sobre mis hijos. El pacto que tengo con Dios, gracias a la sangre de Jesús, se extiende hasta mis hijos (y mis nietos) —y los cubre por completo—. Todo lo que Dios me da, también se lo dará a mis hijos incluyendo paz y protección. Descanso en el plan y en las promesas de Dios para mis hijos, y declaro que esos cambios se hacen realidad en su vida.
Le creo a Dios por la liberación y la salvación de mis hijos. Deposito mi confianza en el Señor en lo que concierne a mis hijos (y nietos), y me lleno de gozo al saber que están volviéndose al Señor. No importa cuán alejado de los caminos de Dios mis hijos parezcan estar; no existe un lugar a donde Él no pueda llegar. No me mueve lo que veo, sino por lo que la Palabra de Dios declara. Confío en que Cristo cautivará su corazón, e ellos lo seguirán y le obedecerán.
Referencias bíblicas: Salmos 103:7, Romanos 4:17, Zacarías 10:7-9, Proverbios 22:6, Filipenses 3:12.