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Salvación

Tu nueva vida: Una gran aventura

La vida para un hijo de Dios que ha nacido de nuevo, es la aventura más maravillosa que puedas imaginarte. Esto no lo entenderías si te enfocas en ver a la mayoría de cristianos, pero así es. Si en realidad supieras todo lo que Jesús hizo por nosotros, y todo lo que nos ha dado a través de Su muerte y Su resurrección, te levantarías cada mañana lleno de gozo y entusiasmado!

Nos levantaríamos de la cama confesando: “Allá afuera hay alguien que necesita sanidad hoy, y yo puedo ayudarlo a recibirla. Ahí hay alguien que cambiará su vida por medio de mi testimonio. ¡Allá hay personas que necesitan el gozo y el amor del SEÑOR, y lo recibirán por medio de mí!”.

Si tuviéramos la revelación de nuestra herencia en Jesús, saludaríamos a las personas con un brillo en nuestros ojos y nos pararíamos en la puerta principal de nuestra casa con seguridad, sabiendo que afuera hay un tesoro esperándonos. En las calles se encuentra una gran cantidad de almas a la espera de ser ganadas para Dios. Existen innumerables oportunidades para bendecir y ministrar a las personas por medio del poder de Dios, y éste mora en nosotros. Hay fortunas financieras que han sido ordenadas por Dios, las cuales están listas y esperan por nosotros para que recibamos el dinero que necesitamos, a fin de que hagamos lo que Dios puso en nuestros corazones.

La verdad es que tú y yo, como creyentes lavados con la sangre, y santos llenos del Espíritu Santo del Dios viviente, somos los agentes de la victoria adondequiera que vamos. Fuimos diseñados divinamente para demostrar la vida triunfante de Jesús adondequiera que vayamos. No debemos preocuparnos ni tan siquiera por vencer al diablo y toda su basura. Pues Jesús ya se encargó de eso. Él ya lo derrotó. Y si caminamos en fe, nuestra victoria será inevitable.

2 Corintios lo dic de esta manera: «Pero gracias a Dios, que en Cristo Jesús siempre nos hace salir triunfantes, y que por medio de nosotros manifiesta en todas partes el aroma de su conocimiento».

Entonces ¿por qué son más los creyentes que no viven de esa manera?

Bueno, esa pregunta puedo responderla con una sola palabra: Temor.

El temor ha contaminado la fe de muchas personas del pueblo de Dios. Les ha robado su victoria y los ha derrotado, haciéndolos aceptar la derrota en las manos de un enemigo que ya ha sido vencido.

El temor ha privado a una cantidad innumerable de creyentes de la gran aventura de la vida cristiana.

Los ha limitado a depender de cada salario, pues tienen miedo de hacer algo nuevo ya que piensan que fracasarán y perderán lo poco que tienen. Tienen miedo de salir e imponer sus manos sobre los enfermos. (Y los llena de temor al hacerlos pensar en: ¿qué sucederá si no da resultado? ¿qué pasará si la persona no recibe sanidad?).

Temen avanzar hacia las aguas profundas de la vida y convertirse en pescadores de hombres, y deciden mejor ir a trabajar, regresar a casa, mirar televisión e irse a la cama. Es lo mismo todos los días… y como resultado, ninguna persona recibe su salvación, nadie se llena del Espíritu Santo. ¡Y apenas pueden pagar sus gastos mensuales! ¡Arreglan una cosa, y otra se descompone!

Como hijos de Dios nacidos de nuevo, ¡no debemos vivir así! Tenemos que ser personas inquietas y dispuestas, las cuales el mundo nunca ha visto. Debemos hacer lo imposible a través de la fe todos los días. ¡Tenemos que poner al mundo de cabeza para Jesús y disfrutar nuestra vida!

Una antigua promesa cumplida

Es probable que tú digas: “Oh hermano Copeland, en realidad me gustaría hacer eso. ¡Me gustaría vivir de esa forma más que cualquier otra cosa en el mundo!”.

Si es así, entonces te tengo buenas noticias: ¡Sí puedes hacerlo!

Jesús ya llevo hizo todo lo necesario para que puedas disfrutar de ese tipo de vida. Él ya derrotó al temor. Ha derramado Su poder sobre tu vida y te dio la libertad.

Y eso es lo que el diablo no quiere que tú sepas. Él quiere que pensemos que debemos luchar y tratar de controlar nuestros temores. Quiere hacernos creer que debemos vivir día a día con ellos y sobrellevarlos… sin tratar de vencerlos.

Sin embargo, éstos ya han sido vencidos por Jesús. Él nos redimió del temor. De hecho, de acuerdo con la PALABRA, esa fue la parte más importante de Su misión como nuestro Salvador. Jesús no sólo vino para salvarnos del pecado, de la enfermedad, de la muerte y del infierno —sino también vino a salvarnos del temor—.

Eso lo podemos ver en Lucas 1, en donde Zacarías quien era el padre de Juan el Bautista, profetizó acerca de la Venida del Mesías. Préstale atención a lo que dijo acerca de Jesús:

«Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha venido a redimir a su pueblo. Nos ha levantado un poderoso Salvador en la casa de David, su siervo, tal y como lo anunció en el pasado por medio de sus santos profetas: “Salvación de nuestros enemigos, y del poder de los que nos odian”. Mostró su misericordia a nuestros padres, y se acordó de su santo pacto, de su juramento a nuestro padre Abraham: Prometió que nos concedería ser liberados de nuestros enemigos, para poder servirle sin temor, en santidad y en justicia todos nuestros días delante de él».

La libertad del temor no es algo nuevo. No es algo que pensamos recientemente porque necesitamos una respuesta para el terrorismo moderno de estos días. En la Biblia dice que los profetas hablaron de esto desde que el mundo comenzó. Hace miles de años, Dios juró a Abraham que a través de su semilla, el poder del temor sería destruido algún día.

Esa promesa se cumplió cuando Jesús fue a la Cruz. Pues fue ahí en donde Él pagó el precio para que podamos servirle a Dios sin temor todos los días de nuestra vida. Jesús destruyó el temor que nos ataba para que pudiéramos permanecer firmes con fe en Él, y fuéramos libres para siempre.

Desconectado de la muerte, conectado con la vida.

Antes de que Jesús viniera a la Tierra, el único ser humano que caminó sobre la faz de la Tierra sin temor fue Adán. Él fue creado a la semejanza de Dios y tenía en su interior Sus mismos atributos. La naturaleza divina llena de amor, de gozo, de paz, de bondad, de mansedumbre, de generosidad y de paciencia fluía con libertad de la vida de Adán.

Sin embargo, todo eso cambió cuando pecó. La muerte espiritual se hizo presente y pervirtió a esas fuerzas divinas. Cada una se convirtió exactamente en lo opuesto de cómo había sido creada. El amor se convirtió en odio. La fe en temor. Y la paz en tormento.

¿Por qué?

Porque cuando Adán se rindió ante Satanás, se desconectó de la vida de Dios y se conectó a la naturaleza del diablo. Convirtiendo literalmente al mismo Satanás en su dios.

Ahora bien, la intención de Adán nunca fue ésa. Lo que él y Eva pensaron es que podían ser dioses (eso fue lo que el diablo les dijo que podían ser). Sin embargo, eso era imposible. Pues aunque el ser humano fue creado a la imagen de Dios, no fue creado para ser soberano en lo espiritual. El ser humano debe tener un Líder supremo. Y esto es un hecho inevitable.

Muchas personas hoy en día aún no se dan cuenta de ello. Creen que existe un Dios… y luego está el “yo”. Sin embargo, en la Tierra existen dos familias espirituales —la familia de Dios y la de Satanás—. Esto quiere decir que todos en el mundo están bajo el señorío de una de las dos familias.

Pero gracias a Dios, cuando aceptamos con un “sí” a Jesús y lo recibimos como nuestro SEÑOR y Salvador, cambiamos de familia. Definitivamente podemos ser transferidos del poder de las tinieblas a la familia de Dios (Colosenses 1:13-14).

Algo maravilloso sucede cuando hacemos eso. Nacemos de nuevo o como Efesios 2:10 dice: «…hemos sido creados en Cristo Jesús…». En realidad fuimos hechos: «…una nueva creación; atrás ha quedado lo viejo: ¡ahora ya todo es nuevo! Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo a través de Cristo…» (2 Corintios 5:7-18).

Medita en eso de la siguiente forma: Así como Adán nació de nuevo de la vida a la muerte cuando hizo a Satanás su señor, nosotros nacimos de nuevo de muerte a vida cuando hicimos a Jesús nuestro SEÑOR. Así como Adán estuvo separado de Dios y conectado a Satanás al nacer de nuevo al pecado, cuando nacimos de nuevo fuimos separados de Satanás y reconectados con Dios.

En cuanto fuimos separados de Satanás, todas las cosas que habían surgido en nuestro espíritu que venían de él, murieron. El temor y la avaricia murieron. Y en ese mismo instante nos reconectamos con Dios, y surgió en nuestra vida la naturaleza divina. Los atributos de Dios —amor, gozo, paz, y todos los demás frutos del espíritu— comenzaron a fluir como una fuente en nuestro espíritu.

Para que puedas vivir en la victoria que te pertenece como creyente, y libre del temor; es absolutamente esencial que entiendas esto: No eres sólo un pecador salvo por gracia. Tu viejo ser murió la muerte de Cruz. La naturaleza pecaminosa que heredaste de Adán fue crucificada junto con Cristo (Gálatas 2:20). ¡Ya está muerta y ha desaparecido! Ahora eres hijo del Dios viviente. Tienes la misma naturaleza y vida de Jesús en tu interior.

Ya no tienes que vestir esas viejas etiquetas religiosas, ni hablar con lástima del pecador bueno para nada que eras. Pues si ya naciste de nuevo, ya no lo eres. ¡Ahora eres una nueva creación que tomó vida de la vida del Dios mismo!

¡Verifica el motor ahora!

En donde antes había una fuente de temor en ti, ahora hay una fuente de fe. El diablo ya no puede llenar de temor tu espíritu. Él ya no tiene acceso a él. Pues tu espíritu está sellado con el Espíritu Santo de Dios (Efesios 1:13).

La única forma en que el diablo puede poner temor en ti, es llenando de miedo tu intelecto. Debe sembrarlo en tu alma (en tu mente, en tu voluntad y en tus emociones), para que lo recibas y lo practiques. Y si en dado caso lograra hacerlo, aún tendrá desventaja porque ese temor nunca echará raíz en tu espíritu nacido de nuevo. No tendrá nada para mantener el temor en ti. Pues en cuanto te levantes y comiences a caminar en el amor de Dios, ese amor se encargará de echar fuera el temor.

Quizá te parezca increíble, pero es la verdad. ¡La PALABRA de Dios nos enseña que el amor en verdad eliminará al temor de nuestra alma!

1 Juan 4:18 dice: «En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor…». Las palabras traducidas como echa fuera, literalmente significan: “eliminar”. Cuando comienzas a practicar el amor de Dios, y la corriente del amor comienza a levantarse, no deja ningún lugar para el temor. Y ya que la fe obra a través del amor, mientras más alto fluya la corriente del amor, más fuerte estará tu fe. ¡Y eventualmente llegarás a un punto en donde todo el temor será eliminado!

Sin embargo, el problema que muchos creyentes han tenido, es que ya se acostumbraron a él. Han permitido que éste entre a sus vidas poco a poco, y con el paso de los años se acostumbraron a él. El temor se convirtió en una parte normal de sus vidas, y los ha cegado. Y como resultado, no hacen lo necesario para eliminarlo.

Entonces, ¿qué podemos hacer al respecto? La última parte del versículo de 1 Juan 4:18, nos da la respuesta: «En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor, porque el temor lleva en sí castigo. Por lo tanto, el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor».

Cuando sintamos cualquier tipo de tormento en nuestra vida, es señal de que tenemos algún temor en ella. Si hay tormento… entonces hay temor. Y de acuerdo con este versículo, el temor es señal de que no hemos perfeccionado el amor de Dios en esa área.

“Sí, pero hermano Copeland”.

No comiences con los: “Si, pero…”. Porque ésa es la verdad. Así que en lugar de discutir al respecto, comienza a trabajar en ello. Medita en esa verdad de la siguiente forma:

Cuando atraviesas por alguna situación en particular, es como si la luz que indica que debe verificarse el motor se encendiera en el tablero de tu automóvil.

Si le prestas atención a esa luz, y haces algo al respecto; te ayudará.

Sin embargo, si continúas manejando y pensando: “¿Me pregunto qué tendrá el motor de mi automóvil?”, terminarás en un gran problema. Ya que después de que la luz permanezca encendida por más de tres meses, ¡te encontrarás varado en la carretera culpando al fabricante del automóvil, quejándote porque está defectuoso!

Recupera el brillo de tus ojos

Es obvio que la culpa no será del fabricante. Pues si instalaron esa luz roja en el tablero, fue para llamar tu atención. Y debiste hacer algo desde el primer día que ésta se encendió.

Eso mismo sucede cuando llega una tormenta a nuestra vida. Cada vez que sientas que la ansiedad se está haciendo presente en tu mente, o sientas un nudo de preocupación en tu estómago; es la luz roja que se encendió. En cuanto encuentres un pensamiento de temor o preocupación, debes detenerte en ese mismo momento y arreglar la situación.

No lo dejes pasar por alto, ni tampoco pienses: “Oh, no sé en dónde se encuentran mis hijos. Espero que no estén consumiendo drogas. O que salgan a la carretera y se maten”.

Detén esos pensamientos de inmediato. Y comienza a pensar: “Un momento. Las Escrituras dicen que el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor. Así que detendré al temor en este mismo instante y lo superaré en el amor de Dios antes de meterme en problemas. Me desconectaré del temor y me conectaré al amor”.

Luego, comienza a adorar y a alabar al SEÑOR por Su gran amor por ti. Recuérdalo a él y recíbelo por fe. Y declara: “Jesús, te amo y sé que Tú también me amas mucho, no permitirás que las cosas malas abrumen mi vida y la de mi familia. Padre celestial, en Juan 17 dice que me amas como amaste a Jesús. Y en este mismo momento recibo ese amor. Sé que Tu amor ha sido derramado en mi corazón por medio del Espíritu Santo y te doy gracias por eso”.

No lo hagas sólo una o dos veces. Hazlo siempre que sientas cualquier tipo de tormento. En cuanto éste surja, de inmediato —¡de inmediato!— muévete al amor de Dios.

Y luego, comienza a buscar formas de manifestarle ese amor a los demás. Busca a alguien en algún lugar para amarlo. Y a medida que lo hagas, ese amor comenzará a crecer en ti.

Continúa demostrando amor y verás que el proceso de echar fuera de tu alma al temor, continuará hasta llegar al punto donde el temor desaparecerá por completo. Comenzarás a vivir un estilo de vida libre de temor, por el cual Jesús murió y resucitó. Y como los profetas anunciaron, cuando seas liberado de las manos de tus enemigos, servirás a Dios sin temor todos los días de tu vida.

Puedes levantarte todas las mañanas con un brillo en tus ojos, listo para llevar salvación, sanidad y el poder del SEÑOR Jesucristo a un mundo perdido que está a la espera de recibirlo.

Tu vida se convertirá en una gran aventura; tal y como Dios planeó que fuera.

Y como siempre, si necesitas a alguien para que se ponga de acuerdo contigo en oración, por favor llama a nuestros ministros de oración, o envía una petición de oración. Cualquier día del año, a cualquier hora del día ya sea de día o de noche, ¡estamos aquí para ti!