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¡NUNCA! ¡JAMAS! ¡TE RINDAS!

marzo 2019

Apreciado(a) Colaborador(a),

El 2019 es el “Año de la Cosecha Abundante”.

Escuché al SEÑOR decírmelo. Fue tan claro y poderoso, que casi parecía una voz audible.

Hace muchos años tuve una visión en la que me vi en un campo de trigo muy grande. Había nubes de tormenta en el horizonte. Mi abuelo sembraba trigo en las llanuras de Texas y yo sabía que, si llovía sobre ese campo, perderíamos toda la cosecha. Estaba parado en medio de ese sembradío, solamente con una hoz en la mano, batiéndola tan rápido y fuerte como podía. Poco tiempo después, estaba exhausto; tenía mi cabeza agachada. Todo lo que podía ver era el pequeño espacio frente a mis pies. Estaba tratando de cosechar cientos de hectáreas de trigo, en mis propias fuerzas , con una hoz de 45 cm de ancho. Era una hazaña imposible, y lo sabía.

Justo antes de que me diera por vencido y colapsara, escuché desde el cielo estas palabras: ¡Levanta tu mirada! Levanté mis ojos y allí, delante mío, detenidas al final de ese terreno, había una fila de potentes cosechadoras. Una por una, encendieron sus motores y comenzaron a moverse hacia mí. Atravesaron ese campo, cortando y podando el trigo sin esfuerzo alguno. Habían estado listas y preparadas, a la espera de su turno para comenzar; sin embargo, yo no las había visto. ¡ El cielo ha estado listo todo el tiempo !

¿Qué significa “Levantar la mirada”? Significa que pongas tus ojos en Él y los quites de ti mismo. ¿Cómo? Acudiendo a Su PALABRA. Dios, el Padre y Su PALABRA, son Uno y el mismo.

A comienzos de este ministerio, hubo mucha presión sobre mí para que me diera por vencido y tirara la toalla. Sin embargo, no podía. Ansiaba poder hacerlo, pero algo en mi interior no me lo permitía.

Veamos lo que Jesús dijo en Lucas 18:1 Biblia Amplificada, Edición Clásica: 

1 También [Jesús] les dijo una parábola para que entendieran que siempre deberían orar y no acobardarse (desmayarse, desanimarse y rendirse).

¿Qué hubiera pasado si el Apóstol Pablo se hubiera rendido? Él dijo en Filipenses 1:23:

23 Por ambas cosas me encuentro en un dilema, pues tengo el deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor.

Él quería morirse e ir al cielo. ¿Por qué? En 2 de Corintios 11:24-27 nos explica la razón:

24 Cinco veces he recibido de los judíos treinta y nueve azotes;

25 Tres veces he sido azotado con varas; una vez he sido apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar. 

26 Son muchas las veces que he estado de viaje corriendo peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de mi propia gente, peligros de los no judíos, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos. 

27 He pasado por muchos trabajos y fatigas; muchas veces me he quedado sin dormir; he sufrido de hambre y de sed; muchas veces no he comido, y he pasado frío y desnudez.

¡Guau! Con razón que Pablo quería irse de aquí. Pero, si se hubiera rendido, nosotros no tendríamos el Nuevo Testamento. Él no sabía que estaba escribiendo el Nuevo Testamento. Él sólo sabía que tenía un trabajo por hacer y se rehusó a rendirse antes de finalizarlo.

¿Qué hubiera sucedido si la mujer del flujo de sangre en Marcos 5:28 se hubiera dado por vencida?

5 Y es que decía: «Si alcanzo a tocar aunque sea su manto, me sanaré.»

¿Qué hubiera sucedido si se hubiera rendido? Simplemente no estaría en la Biblia.

La presión de rendirse está en la mente. Es allí donde tomamos la decisión. La mente recibe la señal de darnos por vencidos de parte de los sentimientos como el dolor, etc., y del cuerpo físico; del dolor mental por la presión financiera y los problemas familiares, los cuáles provocan una depresión, una muy real. Lo sé. He estado en esa situación. Sin embargo, ninguno de ellos son motivos válidos para que un hijo nacido de nuevo del Dios Viviente ceda y se rinda. 

“Bueno hermano Copeland, yo no siento que Dios ni cualquier otra persona esté escuchando una sola palabra de las que digo.”

Esa misma es la razón por la que es de vital importancia que fundamentes cada oración en la solidez de la PALABRA de Dios.

Veamos 1 Juan 5:14-15:

14 Y ésta es la confianza que tenemos en él: si pedimos algo según su voluntad, él nos oye. 

15 Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, también sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.

Juan nos revelaba apenas unos versículos antes, en el versículo 4, que la victoria que vence al mundo es nuestra fe. La fe proviene del oír y el oír por la PALARA de Dios. Ahora, agrega 1 Juan 4:4 a esa verdad y grítale al diablo a la cara: “¡EL GRAN YO SOY VIVE EN MI INTERIOR! ¡NO PUEDE SER VENCIDO, Y NUNCA ME RENDIRÉ!”

A la luz de esta enseñanza, es obvio que Hebreos 4:14 nos diga:

14 Por lo tanto, y ya que en Jesús, el Hijo de Dios, tenemos un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, retengamos nuestra profesión [o confesión] de fe.

Ahora veamos ese mismo versículo en la Biblia Amplificada: 

14 Debido a que nosotros [los creyentes] tenemos un gran Sumo Sacerdote que [ya ascendió y] pasó por los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra confesión [de fe y aferrémonos con tenacidad a nuestra absoluta confianza en Él como Salvador].

¿Qué? ¡Aférrate con fuerza!

“Estoy esperando una cosecha de sanidad para mi cuerpo.”

Entonces, tu confesión de fe es tu maquina cosechadora y el poder del Espíritu Santo ese motor poderoso que hace que tus palabras se hagan una realidad. Escucharás a Dios decirte : “Hija, hijo, tu fe te ha sanado”. 

Nuestras herramientas de cosecha son las palabras en nuestra boca, pero sólo si nos rehusamos a ceder ante la presión. ¡ No se acaba hasta que llegue el final ! No jugamos partidos individuales. ¡Jugamos para ganar el campeonato! Se trata de nuestra pelota. Nuestro Padre Celestial es el árbitro. Lee la última página del Libro: ¡ Nosotros ganamos !

Al sembrar tu semilla de BENDICIÓN este mes, danza por la habitación, alabando y gritando de júbilo: “¡Soy un ganador! ¡ NUNCA ME DOY POR VENCIDO ! ¡Y TAMPOCO LO HACE JESÚS ! POR LO TANTO, ¡ DESCANSO EN ÉL ! TODO ESTÁ DE MARAVILLAS EN LA FAMILIA COPELAND.” (Coloca tu apellido en esa frase).

Después de todo, mi querido colaborador, somos la familia de la fe . ¡Y juntos finalizaremos la obra!

Gloria y yo te amamos muchísimo, y oramos por ti todos los días.

Con Amor,