«De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo… porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres?»
(1 Corintios 3:1, 3)
Si desea saber cuán espiritual es, conviértase en un inspector del fruto. Examine su vida y vea cuánto del fruto del amor encuentra en su vida. Analice cómo interactúa en su casa y en su trabajo. ¿Es usted gentil y amable? ¿Es considerado y cortés?, ¿es delicado y se ofende rápido?, o ¿paciente con los que lo tratan mal?
Eso mide la verdadera espiritualidad.
La mayoría de cristianos parece que no lo saben, piensan que si una persona tiene visiones, sueños proféticos y tiene fe para mover montañas; esa persona es en realidad un hombre o una mujer de Dios. Pero no es así: la Biblia enseña que aunque posea todos los dones espirituales y todo el poder, si usted no es una persona amorosa; de nada le sirve. Aunque sea alguien nacido de nuevo, aún es carnal e inmaduro. En otras palabras, usted puede ser parte de la familia de Dios, pero aun sin amor; es un bebe, y no conoce a Dios muy bien.
En 1 Juan 4:7-8 leemos: «Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor».
Quizá alguien diga: “Bueno, yo soy una persona amorosa, soy muy bueno con mis amigos y mi familia; entonces pienso que si soy espiritualmente maduro”.
Eso está bien, pero aún así le falta algo. Jesús dijo que aún los páganos aman a los que los aman. El tipo de amor de Dios ama al malvado, es generoso y bueno con los que no se lo merecen, es paciente con los que le fallan una y otra vez. Sin importar qué tan desagradable la persona haya sido, si se vuelve a Dios; Él la acepta, la perdona y le da la salvación en el Nombre de Jesús. En vez de recordarle el pasado, Dios limpia a la persona, y la BENDICE.
Mientras más comunión tenga usted con Dios y mejor llegue a conocerlo, pensará y actuará más como Él. A medida que invierta tiempo en comunión con el Señor crecerá y será más como Él. Usted podrá inspeccionar su vida, y la encontrará llena del fruto del amor; y entonces sabrá que ha superado la carnalidad, y será una verdadera persona.