«…¿su falta de fe anulará la fidelidad de Dios? ¡De ninguna manera!…»
(Romanos 3:3-4)
Palabras llenas de fe. Éstas son las que cambian las cosas. Mueven los montes al mar. Convierten la enfermedad en salud. Transforman pecadores en santos.
También pueden tomar a una nación cargada de pecado y transformarla en el pueblo de Dios. ¡Así es! Y si nosotros, los creyentes, respaldáramos nuestras oraciones por nuestra naciones con palabras de fe en lugar de duda y desaliento, pronto empezaríamos a ver una resurrección espiritual en cada una de ellas.
Dios prometió que si nosotros, Su pueblo, nos humilláramos, oráramos, buscáramos Su rostro y nos volviéramos de nuestros malos caminos, Él sanaría nuestra Tierra. Hay guerreros de oración por todo los Estados Unidos y en otras naciones (espero que seas uno de ellos) que están haciendo lo que esa promesa demanda.
Pero, incluso así, no se oye a la gente decir: “¡Esto es grandioso! Dios está sanando la Tierra”. No se oye a la gente declarando por fe la promesa de Dios. En cambio, sí se oye decir: “¡Uyy! ¿Ya oíste lo que están haciendo esos terroristas?”, o alguna otra cosa igualmente destructiva que aparece en la televisión.
Presta atención: es hora de empezar a divulgar lo que Dios está haciendo, y dejar de predicar lo que los terroristas están haciendo. Dios dijo que Él está sanando nuestra Tierra.
Debemos comenzar a hablar con fe acerca de nuestras naciones, en lugar de divulgar malas noticias todo el tiempo. Por supuesto, a muchos les parecerá extraño; otros quizás piensen que nos volvimos locos. Eso no es ninguna novedad.
Déjame decirte algo: un grupo de creyentes que obedece las buenas nuevas de Dios, que confía en ellas y que las proclama, será más poderoso que todos los demonios sobre la Tierra. Un grupo de creyentes es más poderoso que todo un ejército de agoreros. ¡La incredulidad de estos últimos no podrá anular la fidelidad de Dios!
En los últimos 40 años, Gloria y yo hemos aprendido a no prestar atención a las malas noticias, sino a alabar y agradecer a Dios por Su liberación. Toda palabra de alabanza que pronunciamos libera la fe en nuestros corazones.
Decídete ahora mismo con nosotros a estar firme en el hecho de que la situación en nuestras naciones está cambiando. Decídelo en oración y afírmalo en tu corazón. Proclama: ¡Dios está sanando nuestra Tierra!
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