«¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca. De tus mandamientos he adquirido inteligencia…»
(Salmos 119:103-104, NVI)
Como le expliqué anteriormente (y se lo diré muchas veces más, pues nunca es suficiente repetirlo) si usted desea seguir creciendo en su capacidad de amar, debe continuar leyendo y meditando en la PALABRA de Dios. A diferencia de otros libros, en la Biblia siempre encontrará cosas nuevas. Usted nunca llegará al punto de saber todo lo que ahí se enseña.
Y eso ocurre porque la Palabra de Dios es viva (Hebreos 4:12). No sólo le da información a su mente; sino también fortalece su corazón y alimenta su fe. La PALABRA de Dios alimenta su espíritu, al igual que la comida natural alimenta su cuerpo. Mientras continúe depositándola en su corazón, estará nutriendo su ser interior, y éste crecerá.
Por esa razón, podemos leer el mismo pasaje bíblico una y otra vez, siempre recibir beneficios de ese pasaje. Por tanto, nunca expresemos: “Ya no necesito leer lo que la Biblia dice acerca del amor. Pues ya lo sé”.
Usted no alimenta su espíritu sólo por saber lo que la Biblia enseña no basta con recordar el sabor de esta. Por ejemplo, si usted desea alimentarse con una papá al horno, es necesario que la ponga en su boca la mastique y la ingiera. Y si usted desea el alimento de la Palabra que cambiará su vida, la tiene que poner frente a sus ojos, en sus oídos y en su boca. Luego debe permitir que se establezcan en su corazón, y al hacerlo, recibirá la bendición de los mismos versículos bíblicos, y usted ira cambiando cada vez más y más.
A medida que continúe leyendo, estudiando y meditando en lo que la Biblia nos enseña acerca del amor, las palabras de Dios se mantendrán vivas en su corazón; y cuando usted las necesite, estarán ahí. En Proverbios 6:22 leemos: «Te guiarán cuando andes; cuando duermas te guardarán; hablarán contigo cuando despiertes» (NVI).
Cuando alguien le hable mal y usted se ofenda, la voz de su espíritu le hablará desde su interior y le recordará que “el amor no se irrita, ni se queja, ni es resentido, no toma en cuenta el mal recibido [no le presta atención al mal que ha sufrido]” (1 Corintios 13:5, AMP). Esas palabras le darán la fe necesaria para andar en la gracia que usted necesita para vivir en amor, fortalecerán su espíritu para que tome autoridad sobre los deseos de su carne; los cuales querrán arremeter con furia en contra de quien lo lastimó. La Palabra no sólo le dirá qué hacer… sino también ¡lo ayudará a realizarlo!
Mientras más se alimente de la PALABRA y vea lo que ésta puede hacer por usted, más hambriento estará de ella y podrá expresar lo mismo que el salmista: “La PALABRA de Dios es más dulce que la miel para mí”.