«Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.»
(Gálatas 5:22-23)
¿No sería maravilloso que el poder de Dios fluyera en usted todo el tiempo? ¿No sería grandioso si pudiera andar conforme a Su poder sobrenatural todos los días de su vida?
Sin duda, sería una gloriosa manera de vivir. Sin embargo, la mayoría de cristianos no cree que sea posible. Y esto se debe a que piensan que el poder sobrenatural de Dios sólo se manifiesta a través de los dones del Espíritu, y en la Biblia leemos que esos dones son otorgados de acuerdo con la voluntad de Dios.
Aunque es verdad que no podemos obrar en los dones del Espíritu —palabras de sabiduría y conocimiento, dones de sanidad y milagros— las 24 horas del día; el Señor nos ha dado una fuente de poder sobrenatural que continuamente rebosa en nuestro interior. Él ha venido a morar en nuestro espíritu nacido de nuevo, como una fuerza poderosa que nos permite vencer cualquier cosa que el diablo ponga en nuestro camino; en cualquier momento del día o de la noche.
En Gálatas 5:22-23 se le denomina la invencible fuerza del fruto del Espíritu: amor, gozo, paz, paciencia (tolerancia), benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza (o dominio propio).
Contrario a la creencia popular, el fruto del Espíritu no consiste en un bonito paquete de cualidades que deberíamos adoptar para convertirnos en un compañero agradable —¡aunque las personas que lo poseen son sumamente gratas—. El fruto del Espíritu es el que libera el poder sobrenatural de Dios en nuestra vida.
Por ejemplo, el amor es el poder de Dios que vence todo obstáculo; por esa razón, en 1 Corintios 13:8 se afirma: “El amor nunca falla…” (NKJV). El gozo fortalece su vida con un poder sobrenatural cuando usted comienza a sentirse débil, en Nehemías 8:10 leemos: «…porque el gozo de Jehová es vuestra fuerza». La paz lo apoya y lo ayuda a tomar de manera sobrenatural las decisiones correctas: “Que la paz de Cristo gobierne (actúe como intercesor continuamente) en su corazón [decidiendo y resolviendo todas las preguntas que surjan en su mente…]” (Colosenses 3:15, AMPC).
Y así sucesivamente.
El fruto del Espíritu es la provisión de Dios que lo fortalece para desarrollar su carácter, a fin de que usted venza en todas las circunstancias. Estúdielo, aprenda a rendirse a él. Observe cómo esa fuerza de vida emana de usted y le permite sobresalir a medida que crece. Cuando lo haga, fluirá en el fruto… ¡el fruto del Espíritu!