«Por tanto, por medio del Él, ofrezcamos continuamente y en todo tiempo sacrificio de alabanza a Dios, el cual es fruto de labios que agradecen con conocimiento.»
(Hebreos 13:15, AMP)
Para Dios, la alabanza es el lenguaje de amor. Por tanto, si desea que Dios sepa que usted lo ama a Él, lleve a cabo lo que se nos indica en este versículo y alábelo constantemente… en todo tiempo. No sea agradecido un día y reniegue al siguiente. Agradezca y regocíjese por lo que el SEÑOR ha hecho en su vida.
De acuerdo con Efesio 5:18-20, ésa no es tan sólo una buena idea, sino es la voluntad de Dios para nosotros. Él nos pide que de continuo estemos llenos con el Espíritu: «Hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo». Debemos expresar nuestro amor a Dios cantando y declarando Sus alabanzas —en la ducha, en nuestro automóvil, incluso cuando vamos a nuestra trabajo—. Ya sea que lo hagamos en voz alta o de manera silenciosa en nuestro corazón, alabémosle todo el tiempo.
Así desea Dios que seamos, que estemos llenos de victoria de modo que rebosemos de gratitud hacia Él. El SEÑOR anhela que estemos tan llenos de Sus alabanzas que nadie tenga que guiarnos o motivarnos, alabémosle porque sin Él no podemos ayudarnos a nosotros mismos.
Quizá usted exprese: “No sé cómo pueda llevarlo a cabo, pues tengo tantos problemas que no siento alabar al SEÑOR. Y ahora no me siento muy feliz”.
Entonces quizá deba comenzar por decidir hacerlo. Quizá tenga que expresar: “Alabaré al SEÑOR ya se que sienta hacerlo o no”. Pero si lo alaba de todo corazón, en breve sentirá que le gusta. Comenzará a recordar qué tan mal estaban las cosas cuando Dios lo encontró. Y comenzará a meditar en lo que Él ha hecho por usted desde entonces. Se emocionará por lo que Él realizará en los días futuros… ¡y deseará cantar y gritar!
Cuanto más continúe alabando al SEÑOR y ande con Él, más razones tendrá para alabarlo. Y, uno de estos días, observará a su alrededor y verá el amor de Dios derramándose en cada área de su vida. Contemplará Su bondad adondequiera que mire. Comenzará a vivir en Su plan, disfrutará Su provisión y habitará en el lugar que el preparó especialmente para usted.
Usted será la prueba viviente que: «Felices de verdad son los que tienen a Dios como el Señor» (Salmos 144:15, DHH). Y estará feliz de haber escogido ofrecer sacrificio de alabanza cuando los tiempos eran difíciles.