«Esfuércense por mantener la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz. Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu…»
(Efesios 4:3-4)
La contienda es la principal estrategia que Satanás utiliza contra el Cuerpo de Cristo. Pues los creyentes que trabajan juntos en fe y amor, que obran en los dones del Espíritu, y que actúan bajo el poder de Dios; tienen el potencial de destruir las obras del enemigo. Para detenerlos, el diablo tiene que detener el fluir del Espíritu Santo en medio de ellos.
Y ¿cómo puede lograrlo? Podría enviar nueve diferentes espíritus malignos en contra de cada don del Espíritu, sin embargo, eso es innecesario. En realidad, sólo necesita hacer una cosa: Provocar contienda, a fin de interrumpir la unidad del espíritu; la cual mantiene a los creyentes en armonía y en común acuerdo. Si lo logra, puede impedir que el poder de Dios obre a través de la Iglesia, y que el Cuerpo de Cristo pierda su objetivo.
Por esa razón, como miembros del Cuerpo de Cristo, entrar en contienda es lo más peligroso que podemos hacer. Eso causará que todo lo que realice en el ámbito espiritual no tenga efecto. Por ejemplo, cuando el amor no obra en una congregación, el don de lenguas no tiene valor. Quizá hayan manifestaciones de ese don, pero no tendrán poder alguno. Será como un címbalo que resuena —como un sonido vacío—. Sin amor, los dones de profecía, de sabiduría, de conocimiento y de fe no sirven de nada. Incluso, nuestros dones se vuelven improductivos. Sembrar sin amor es una pérdida, pues no se obtiene una cosecha; ya que la línea de provisión ha sido cortada.
Lo que me asombra más, es el constante éxito que tiene el diablo al utilizar cosas aparentemente espirituales; a fin de sembrar contienda entre las congregaciones. La mayoría de los miembros de las iglesias no pelean porque uno le haya robado el automóvil a otro, o porque alguien le haya picado la nariz a alguien más. El diablo divide a los creyentes con temas espirituales. El enemigo toma ventaja sobre ellos, tratando de controlarlos y hacerles decir cosas como: “Si no estás de acuerdo conmigo en todo lo que digo, no podré llevarme bien contigo”. O: “Ésta es el área de la iglesia que Dios me asignó. Entonces haremos las cosas a mi manera, sin importar lo que tú quieras hacer”.
Sin importar cuánto tratemos de espiritualizar nuestras excusas, éstas no son nada mas que contienda. El egoísmo y la posesividad, no concuerdan con el amor de Dios. Su amor permite que las personas sean libres, y jamás los oprime. El Espíritu de Dios nunca crea una atmósfera posesiva ni de dominio, es el espíritu del diablo quien hace eso.
Por consiguiente, no le abra la puerta a la contienda en su iglesia. Pues ésta nace en la mente de Satanás y es mortal. Realice lo que sea necesario para mantener la unidad del Espíritu con los creyentes que lo rodean. Si vivimos en armonía y en fe como un Cuerpo, nada será imposible para nosotros.