«Gracia y paz os sean multiplicadas, en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús. Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia.»
(2 Pedro 1:2-4)
¿Alguna vez ha deseado ser absolutamente libre del egoísmo? ¿Ha anhelado deshacerse de la esclavitud de la carne, y de cada estorbo que le ha impedido vivir a plenitud en amor?
Aunque parezca asombroso, ¡podemos lograrlo!
Jesús nos enseñó cómo: «Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres» (Juan 8:31-32).
Por esa razón, debemos meditar una y otra vez, en los versículos referentes a que somos partícipes de la naturaleza divina y de amor. Necesitamos incrementar nuestra revelación acerca de que el amor de Dios ha sido derramado en nuestro corazón. A medida que conozcamos esa verdad, por completo y a profundidad, ¡más libres seremos!
Tratar de liberarnos de esos hábitos y comportamientos faltos de amor, utilizando la disciplina humana; no funcionará. Tampoco funcionará “intentar ser amables” en nuestras propias fuerzas. Pues fallaremos de forma inevitable, nos frustraremos y nos desanimaremos. Y como consecuencia, terminaremos más molestos y malhumorados ¡que cuando empezamos!
La única manera de tener éxito al vivir en amor, es cuando lo hacemos basados en la gracia de Dios que se encuentra en nuestro interior. La única manera de amar como Jesús es permitiendo que Su naturaleza, la cual habita en el interior de nuestro espíritu humano renacido, fluya a través nuestro. Entre más sepamos de Su naturaleza, más podremos amar como Él.
En 2 Pedro 1:2, leemos que la gracia de Dios se multiplica por medio del conocimiento de Dios y de Jesús ¡nuestro SEÑOR! Esa verdad se aplica en cada área de la vida cristiana. No podemos recibir nada de Dios, sin tener el conocimiento. Primero, debemos escucharlas y cuando las escuchemos, la fe vendrá. A medida que creamos y comencemos a actuar basados en Sus promesas, veremos Su poder obrando en nuestra vida.
Por tanto, escudriñe la PALABRA y descubra más acerca de la naturaleza de amor de Dios la cual mora en usted. Medite en ella, confiésela y declare: ¡El amor de Dios habita en mí! Después, comience a actuar por fe, y las ataduras de la carne serán destruidas. Entonces, ¡conocerá la verdad, y ésta lo hará libre!