«Doy gracias a mi Dios, haciendo siempre memoria de ti en mis oraciones, porque oigo del amor y de la fe que tienes hacia el Señor Jesús, y para con todos los santos; para que la participación de tu fe sea eficaz en el conocimiento de todo el bien que está en vosotros por Cristo Jesús.»
(Filemón 4-6)
Cuando hablamos de amor, paz, gozo o cualquier otra cualidad del fruto del espíritu; podemos descansar seguros de que a pesar de nuestras tendencias carnales o algunos rastros de nuestra antigua personalidad; el fruto del espíritu habita de continuo en nosotros. Eso ocurre porque al aceptar a Jesús como nuestro SEÑOR, nacemos de nuevo a Su imagen. Participamos de Su naturaleza divina (2 Pedro 1:2-4, AMP).
¿Desea saber cómo es su naturaleza espiritual renacida? No examine su comportamiento pasado, investigue la naturaleza de Dios. Use la Biblia como un espejo. Vea el carácter de Dios revelado ahí, y reconozca por fe que Su carácter está en usted.
Dios es amor por naturaleza. En la Biblia se nos enseña: «Dios es amor» (1 Juan 4:8).
Dios es gozoso por naturaleza. En la Biblia, leemos: «En tu presencia hay plenitud de gozo» (Salmos 16:11).
Dios es bueno por naturaleza. En la Biblia se nos explica que El SEÑOR es abundante en misericordia (Éxodo 34:6), y bueno con todos (Salmos 145:9).
Dios es pacífico por naturaleza. En la Biblia se le llama: «…el Dios de paz» (Filipenses 4:9).
Dios es paciente por naturaleza. En Números 14:18, leemos: «El SEÑOR es tardo para la ira [paciente], y grande en misericordia…».
Dios es benigno por naturaleza. El Rey David le dijo al Señor: «Tú benignidad me ha engrandecido» (Salmos 18:35).
Dios es fiel por naturaleza. En Salmos 119:90, se nos enseña: «De generación en generación es tu fidelidad…».
Dios es manso por naturaleza. Jesús quien es exactamente como el Padre, expresó: «Yo soy manso…» (Mateo 11:29).
No tengo un pasaje bíblico para esto, pero yo sé que Dios tiene un buen temperamento por naturaleza. Si no lo fuera así, ya nos hubiera borrado a todos del planeta.
Verdaderamente, nuestro Dios es maravilloso… y ha puesto “lo maravilloso que Él es” en nosotros. Algunas veces es difícil para nosotros creerlo, sin embargo, vivir conforme a todo lo que Él nos ha dado es justo lo que debemos hacer.
Podemos empezar obedeciendo lo que se nos enseña en Filemón 6, y reconocer todo lo bueno que hay en nosotros en Cristo Jesús. Nos podemos atrever a abrir nuestra boca, y con valentía y firmeza declarar: “El amor de Dios está en mí, la fidelidad de Dios está en mí, la benignidad de Dios está en mí”. Al aumentar nuestra confianza en la naturaleza de Dios que está en nosotros, veremos cómo esa naturaleza se exterioriza, y llegaremos a ser quienes en realidad debemos ser.