«Porque en Cristo Jesús nada valen la circuncisión ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor»
(Gálatas 5:6)
Antes me preguntaba: ¿por qué los creyentes no experimentábamos más del poder de Dios entre nosotros? Con lo que sabíamos de la fe y de la Palabra, me parecía que debíamos estar viendo más señales, más prodigios y más milagros.
Así que un día le pregunté al Señor: «Señor, ¿por qué no presenciamos el poder de Dios en la Iglesia con más frecuencia?».
¿Sabes lo que me respondió? Me dijo que la razón era que aún no caminábamos lo suficiente en amor.
Dios quiere que tengamos poder. Pero, primero Él debe asegurarse de que utilizaremos ese poder en amor y no lo mezclaremos con la condenación y la crítica para juzgar a los demás con rigor.
“Kenneth”, me dijo el Señor, “no puedo respaldar tus palabras con Mi poder en el servicio del domingo por la mañana, si más tarde insultarás a alguien porque se atravesó en el carril de la autopista. Seguramente lo harías volar en mil pedazos. No puedo permitir que el poder del Dios todopoderoso brote con tal magnitud de la boca de un necio sin misericordia”.
Luego, el Señor me recordó la vez que llevé a mi hijo John de cacería. En ese entonces John era lo suficientemente grande como para evitar que el arma lo tirara de espaldas cada vez que apretaba el gatillo. Yo estaba enseñándole a disparar, y él lo hacía muy bien.
Ese día íbamos caminando por la granja de los abuelos de Gloria, y John observó una de las arañas más grandes que yo alguna vez hubiera visto. Iba subiendo por la pared del granero. Al descubrirla, John le apuntó con la escopeta. Si yo no lo hubiera detenido, él le habría disparado. No pensó que como consecuencia haría un gran agujero en la pared del granero. Desde mi perspectiva de adulto sabía que eso era una tontería, pero John no podía entenderlo porque miraba todo desde su perspectiva de niño.
¿Quieres que Dios te ponga una escopeta de poder espiritual en tu mano para que hagas volar en mil pedazos las obras del diablo? Entonces, enfócate en el amor. Búscalo. Practícalo. Estúdialo. Crece en él. Luego, verás el poder de Dios obrando a través de ti.
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