«Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo.»
(2 Timoteo 2:3)

¡Tómelo en serio! Existen penalidades al ser un soldado de Jesucristo. Pero no hay penalidad, problema, sufrimiento y ningún ataque de persecución que pueda derribarlo a usted. El infierno no puede inventar nada que pueda vencer el poderoso nombre de Jesús y el poder de toda la armadura de Dios.

Usted ha sido equipado para obtener la victoria. Sin embargo, para ganarla, deberá ir al campo de batalla; lo cual significa que debe reconocer que usted es un soldado.

Algunos cristianos se quejan: “Hoy no deseo pelear la batalla de la fe. ¡Es demasiado difícil!”.

Eso no importa, acaso a un soldado se le pregunta si quiere levantarse e ir a combate una mañana. Usted no dice: “Soldado, ¿podría molestarlo un momento? Lamento interrumpir su juego de ajedrez, pero enfrentamos una guerra aproximadamente a 16 kilómetros de aquí; y me preguntaba si a usted le gustaría ir”.

¡No! Usted no le pregunta a un soldado si quiere ir al campo de batalla. Él está bajo autoridad y cumple órdenes. Un buen soldado está dispuesto a servir.

Dios está buscando soldados así; personas que estén tan ansiosas por entrar en acción, así como los niños de quinto grado de mi equipo de fútbol. Jamás los olvidaré. Éramos casi 14 integrantes y cada uno se colgaba de manera constante del brazo del entrenador, suplicándole que nos permitiera entrar al juego.

“Déjeme jugar, entrenador. Puedo vencer a ese muchacho, sólo permítame atrapar la pelota. ¡Nadie puede alcanzarme!”.

Una característica interesante de este grupo era nuestro entusiasmo. No éramos buenos para jugar, pero estábamos preparados.

Si usted se prepara en lo espiritual, si desea ser un buen soldado, y si sufre penalidades; entonces Dios lo pondrá donde hay acción. Él le dará más entusiasmo del que usted alguna vez haya soñado tener. Él lo ayudará a transformar las tragedias en triunfo, y las tentaciones en testimonios… si tan solo le brinda la oportunidad al Señor.