«Porque de la abundancia del corazón habla la boca. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas.»
(Mateo 12:34-35)
¡Su futuro está guardado dentro de su corazón! No se establece por su pasado o por sus circunstancias actuales, sino que ¡usted mismo lo determina!
En los versículos anteriores, Jesús indicó que según lo que se encuentre en su corazón eso saldrá de él. Por tanto, considere lo siguiente: ¿Quién guardó las cosas malas en el corazón de las personas malvadas? Es obvio que ellas mismas. ¿Quién depositó cosas buenas en el corazón de la gente buena? La respuesta es la misma.
De igual forma, usted es el único que puede depositar la Palabra en su corazón. Ni su cónyuge ni su pastor, ni tampoco Dios pueden realizarlo.
El Señor ya cumplió con Su parte para ayudarlo. Él convirtió su corazón en un almacén para Su Palabra; y además, le abrió una cuenta cuando era un bebé espiritual. Así como se declaraba en las Escrituras: «…conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno» (Romanos 12:3). Cuando usted nació de nuevo, Él colocó una medida de fe en su corazón —pero usted es el único que puede hacer que esa medida incremente—.
Y puede lograrlo al tomar la Palabra y depositarla dentro de su corazón. Cada vez que deposita la Palabra, el saldo de su fe aumenta, y su futuro brilla aún más. ¿No es esto emocionante? ¡Y no existen límites en la cantidad del depósito que usted pueda hacer en su corazón!
Entre más deposite, las cosas mejorarán; pues de allí efectuará retiros para cambiar las circunstancias de su vida. Su corazón contiene la fe que necesitará para pagar cada cuenta que el diablo trate de enviarle a su camino. Si él trata de colocar enfermedad y dolor en su vida, usted puede obtener en la Palabra los versículos acerca de sanidad; y éstos le darán la victoria en esa área. Si acaba de salir de prisión, encontrará en la Palabra los planes de Dios para su bienestar y la paz que le permitirán vivir bien.
¡Su futuro en realidad es brillante! El Señor lo expresa en Jeremías 29:11: «Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza» (NVI). Deposite la Palabra en su corazón. Confiésela en fe y observe cómo cambian sus circunstancias.