«Con entusiasmo busquen e indaguen, a fin de adquirir [este] amor, [háganlo su objetivo principal, su gran búsqueda]…»
(1 Corintios 14:1, AMP)
¿Cuál es la meta número uno en su vida? ¿Qué objetivos quiere alcanzar? ¿Qué sueños quiere hacer realidad?
Si usted es una persona de negocios, quizá su meta sea llegar a tener un negocio muy exitoso para poder invertir millones de dólares en la obra de Dios. Si su llamado es estar en el ministerio a tiempo completo, quizá sueñe con predicar el Evangelio en todo el mundo.
Sin embargo, no importa qué tan maravillosas puedan ser sus metas, existe un objetivo que es mucho más importante que se proponga alcanzar. Es algo que usted como creyente debería: “ansiosamente perseguir, y buscar obtener”. Debe ser: “su objetivo, su gran búsqueda”.
¿Cuál es esa gran búsqueda? Es la meta de disfrutar una vida regida por el amor de Dios y desbordante de éste.
El amor es el fundamento de la vida cristiana. Nada funciona sin éste y, cuando está obrando, el éxito está garantizado. Cuando usted vive en amor, se coloca en una posición en donde Dios mismo puede protegerlo y promoverlo. Cuando usted cambia el egoísmo por el amor, cuando deja de buscar ser BENDECIDO y empieza a buscar cómo difundir LA BENDICION, el Padre mismo obra a su favor. Él no dejara que nadie le haga daño (1 Crónicas 16:21). Ningún arma forjada contra usted prosperará. Ni siquiera el mismo diablo podrá hacerle daño (1 Juan 5:18).
En la Biblia se nos enseña que Dios es amor (1 Juan 4:8). Por esa razón, cuando usted permanece del lado del amor, se mantiene del lado de Dios y Él de su lado. Y es bueno tener al Gran Yo Soy de su lado, pues si Él es por usted, quien contra usted (Romanos 8:31-34).
El amor es el único mandamiento que Jesús nos ha dado. Es la llave de la sabiduría del poder y de la protección de Dios. Si comprendiéramos a plenitud la gran recompensa de vivir en el amor de Dios, seguramente lo habríamos hecho nuestro primer objetivo y nuestra gran búsqueda. En lugar de sentarnos a esperar que alguien nos ame, competiríamos unos con otros tratando de amar más a nuestro prójimo. Y sin duda alguna, ¡todos saldrían de la competencia como unos ganadores!