«Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu…»
(Hebreos 4:12)

¡La Palabra de Dios no es sólo un libro! No es únicamente un libro con pasta de cuero negro que utiliza en la iglesia el domingo, y que luego deja sobre la mesa el resto de la semana. Su Palabra ha sido escrita en un libro… sin embargo, lo establecido en las Escrituras es lo que ¡Dios le ha dicho y continúa diciéndole a usted de forma personal!

¡Eso es poderso! Eso significa que la Palabra de Dios es viva… y funciona cada vez que la pone en práctica. Por esa razón, la Palabra representa Su pacto.

He escuchado a algunos expresar: “La palabra de una persona es su garantía”. Esto significa que por la palabra de alguien se mide su carácter. Si una persona honra su palabra al cumplirla, entonces es honorable. Si deshonra su palabra al no llevarla a cabo, no tiene honorabilidad. Le guste o no, la integridad de todos —incluyendo la de Dios— se juzga en base al cumplimiento de nuestra palabra.

Sin duda, ofenderá a algunos religiosos; quienes podrían argumentar: “¿Quién se cree usted para establecer por medio de su criterio que se puede juzgar a Dios?”.

¡Yo no lo establecí! Sino Dios. Él es quien nos enseñó a juzgar la integridad basados en esa verdad. Fue Su idea, y Él mismo estableció el estándar.

Dios y Su Palabra son uno —no porque nosotros lo afirmemos, sino porque Él lo manifestó—. El Señor afirmó que no podemos desligarlo de Su Palabra. Así como Él nunca cambia, Su Palabra tampoco; son lo mismo —ayer, hoy y por los siglos—.

Eso significa que si le ha estado creyendo a Dios por algo basado en Su Palabra, puede descansar seguro de que Él es fiel para cumplirla. El Señor no le fallará. Su Palabra es viva… y obra a su favor cada vez que la confiesa y actúa conforme a ella en fe. Entonces, levántese con fuerza, deposite su confianza en Dios y no se hunda en la duda… o desesperación. Recuerde que Su Palabra es tan segura como Su pacto.