«Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos. El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él; pero el que guarda su palabra, en este verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él. El que dice que permanece en él, debe andar como el anduvo.»
(1 Juan 2:3-6)
Muchas personas afirman conocer a Dios, se autodenominan cristianos, y expresan: “Dios me indico esto…” o “el SEÑOR me dijo aquello…”. Ahora bien, no sólo lo que decimos prueba que conocemos a Jesús; sino también, la manera en que vivimos. En la Biblia se nos afirma que si permanecemos en Jesús, viviremos como Él vivió.
¿Cómo vivió Jesús? En primer lugar, vivió una vida de amor.
Jesús no vivió para Él mismo, ni buscó hacer Su propia voluntad. Él vivió para llevar a cabo la voluntad de Su Padre, y para dar Su vida por los demás.
En otras palabras: Jesús vivió para entregarse a Sí mismo.
Los impíos no entienden ese tipo de vida, dirán cualquier cosa en contra de esa forma de vida. Expresarán: “Si usted vive así, será un miserable…. Nunca se divertirá…. Nunca llegará a ningún lado…. Será débil, y ¡lo humillarán! Pero no los escuche, pues no saben lo que dicen.
¡Jesús vivió para entregarse a Sí mismo, y Su vida fue maravillosa! Anduvo en la Tierra en total victoria. Jesús venció a Satanás, y destruyó todas sus obras. A dondequiera que fue, amó a las personas. Jesús sanó al ciego, al sordo y al cojo; echó fuera demonios y resucitó a los muertos. Con todas esas obras, Jesús dio a conocer el amor de Dios.
Sin importar cuánto el mundo trate de convencernos que es más provechoso vivir en pecado y egoísmo que en amor y obediencia, Jesús ya nos comprobó que no es así. Pues Él vivió en amor y obediencia, y gozó de la vida más gratificante de la historia.
Si usted vive por fe una vida de amor en Jesús, tendrá las mismas experiencias que Él tuvo. Jesús dijo en Juan 14:12 que usted también realizará las obras que Él hizo. Usted no se perderá de lo bueno de la vida, al contrario, disfrutará la más emocionante vida de victoria que jamás haya imaginado. Experimentará el derramamiento del poder de Dios a través suyo. Conocerá el gozo del SEÑOR.
¡A eso le llamo: una vida digna de vivir!