Pecado es pecado, ya sea premeditado o no. Leamos Santiago 1:14-15: «Al contrario, cada uno es tentado cuando se deja llevar y seducir por sus propios malos deseos. El fruto de estos malos deseos, una vez concebidos, es el pecado; y el fruto del pecado, una vez cometido, es la muerte». Por consiguiente, estas en realidad son buenas noticias en lo que concierne al perdón; pues sitúa al pecado en la misma categoría.

Como puedes ver, cuando una persona vive bajo la luz que ha recibido; la sangre de Jesús lo limpiará continuamente. Sin embargo, si comete pecado, abogado tiene para con el Padre quien es fiel y justo para perdonarlo, y limpiarlo de toda injusticia (1 Juan 1:6-9). Sin embargo, esto no le da al ser humano ninguna licencia para pecar. Pero si la persona llegara a pecar, no debe huir de Dios, sino correr hacia Él. Pues Dios continua amándola, y el perdón estará a su disposición (1 Juan 2:1-2).