Cuando las presiones de la vida aparezcan, no dejes de confiar en la Palabra de Dios y obtendrás la victoria. Por supuesto, que para confiar en la Palabra, debes dedicarle tiempo. Permanecer de manera constante en la lectura de la Palabra, afianzará tu fe y hará que ésta crezca en tu interior, a fin de que puedas tomar las promesas de Dios, y nunca dejarlas ir.
Piensa que necesitas de la Palabra —tu comida espiritual—, así como tu cuerpo físico necesita la comida natural. De la misma forma que tu cuerpo físico necesita comida para crecer, tu espíritu necesita el nutriente espiritual que viene de la alimentación de la Palabra. «Como bebés recién nacidos, deseen con ganas la leche espiritual pura para que crezcan a una experiencia plena de la salvación…» En 1 Pedro 2:2 dice que debemos pedir: «… a gritos ese alimento nutritivo» (NLT).
Un niño no es un experto, la primera vez que intenta caminar. Se cae, se levanta, trata una y otra vez, hasta que se vuelve bueno en eso. La misma verdad se aplica en el ámbito espiritual. Tratar una y otra vez, ¡hará que te conviertas en un experto en vivir por fe! Así que, no te desanimes ni te desalientes de tu fe.
A continuación, te presentamos cuatro pasos que el hermano Kenneth E. Hagin enseña para asegurar tu victoria:
- Toma la siguiente decisión: No seré derrotado, yo recibiré de Dios (1 Juan 5:4-5).
- Resiste a Satanás: Rehúsate a recibir sus malos pensamientos (2 Corintios 10:3-5; Santiago 4:7). Si empiezas a dudar en tu mente, comenzarás alejarte de lo mejor que Dios tiene para tu vida.
- Préstale atención a la Palabra de Dios (Proverbios 4:20-22): Enfoca tu mente en la Palabra de Dios (Josué 1:8).
- No declares palabras contrarias a lo que estás creyendo que recibiste del Señor (Marcos 11:23–24): Respóndele de inmediato a cualquier duda con la Palabra de Dios. Respóndele con la Palabra de Dios a cualquier síntoma de enfermedad, falta de perdón, escasez, contienda, temor, etc.
Mientras seas consistente en estos pasos, la victoria se convertirá en algo normal en tu vida; así como Jesús lo prometió en Juan 14:21: «Los que aceptan mis mandamientos y los obedecen son los que me aman. Y, porque me aman a mí, mi Padre los amará a ellos. Y yo los amare y me daré a conocer a cada uno de ellos».