Si nos enfocamos en que Dios creó la ley de la siembra y la cosecha, y que bajo esa ley existen consecuencias para pecar, entonces probablemente diríamos que sí.

En Isaías 45:7 leemos: «…yo soy el que hace la paz y crea la adversidad…». La palabra hebrea para “crear” es: “bara” y aquí significa: producir o traer a la existencia. Y la palabra hebrea para “maldad”, es “ra”. No es pecado, sino mal (versículo 7); calamidad (Salmos 141:5); adversidad (1 Samuel 10:19; Salmos 94:13; Eclesiastés 7:14); aflicción (Nehemías 2:10); tristeza (Génesis 44:29); problemas (Salmos 27:5, 41:1, 107:26); angustia (Nehemías 2:17); maldad (Génesis 24:50, 31:24; Levítico 27:10-14); aflicción (Números 11:11; Zacarías 1:15); miseria (Eclesiastés 8:6); heridas (Deuteronomio 6:22); plaga (Ezequiel 14:15, 21); dolor (Génesis 26:29); y desgracia (Números 11:15).

La idea es que Dios creó la ley de la siembra y la cosecha; y que las personas obtendrán el mal y sus consecuencias cuando pecan. Dios ha decretado que la miseria, la desgracia, la tristeza, los problemas, y la angustia serán el resultado del pecado (Gálatas 6:7-8).

El término “ra” es traducido a maldad como 430 veces, y nunca con el concepto de que el pecado fue creado por Dios. Si las personas pecan y recogen la cosecha del pecado, la responsabilidad de ambas cosas es de las personas. Dios sólo creó la ley, y el castigo por quebrantar esa ley siempre estará en vigencia.