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Pregunta del día

febrero 02

¿Debería divorciarme?

Pensar en un divorcio nunca es fácil para orar correctamente por cualquier situación que estés atravesando en tu matrimonio. Debes conocer la voluntad de Dios. Y al conocer Su voluntad, tendrás la seguridad de que Dios siempre escucha y responde las oraciones que se alinean a Su voluntad (1 Juan 5:14-15). Por tanto, primero debes discernir la voluntad de Dios en Su Palabra.

Sabemos que el divorcio entre los creyentes es algo que no deseamos que pase. Pues lo mejor que Dios tiene para dos cristianos, es que al convertirse en esposo y esposa se mantengan casados toda la vida. En Mateo 19:4-6, Jesús enseñó: «… ¿No han leído las Escrituras? Allí está escrito que, desde el principio, “Dios los hizo hombre y mujer” –y agregó-: “Esto explica por qué el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su esposa, y los dos se convierten en uno solo”. Como ya no son dos sino uno, que nadie separe lo que Dios ha unido» (NTV).

En 1 Corintios 13:4-8, está resumido el comportamiento que debe tener la persona que cuenta con el tipo de amor de Dios. Sabemos que la fe viene de oír la Palabra (Romanos 10:17), entonces debes meditar en esos versículos hasta que tu mente esté renovada por completo (Romanos 12:1-2). Luego, pon en práctica la Palabra en fe por tu matrimonio.

Toma la decisión de responder con el amor de Dios, sin importar lo que esté sucediendo. En lugar de reaccionar emocionalmente con tu cónyuge, respóndele de acuerdo con el tipo de amor de Dios (1 Corintios 13). Debes ser paciente, amable, perdonador, siempre protector, alguien en quien se pueda confiar, perseverante, y mantener tu esperanza. No seas envidioso, jactancioso, orgulloso, o grosero. No recuerdes las cosas malas que te han hecho, no busques tu propio bien, ni tampoco te enojes fácilmente. Recuerda que Dios prometió que el amor nunca falla, y si vives fielmente en Su tipo de amor, ¡tú matrimonio no podrá fallar!

Aunque el apóstol Pablo no habló acerca del divorcio entre dos personas que no son salvas, enseñó que el adulterio, del divorcio, o cualquier otra cosa que la carne produce en la vida de un pecador, es el resultado que se obtiene por seguir su naturaleza pecaminosa. De acuerdo con 2 Corintios 5:19, Dios no guardará su pecado en contra de él. Y esto incluye el divorcio.

En 1 Corintios 7:12-13, 15, Pablo tuvo que tratar con una situación en donde estaba involucrada una persona salva, y otra que no era salva. En este caso, Pablo dijo que si el no creyente deseaba vivir con el creyente, el creyente no debía pedir el divorcio. Sin embargo, si el que no es creyente se marchaba, el creyente no estaría atado a ese matrimonio. Y concluyó diciendo: Dios nos ha llamado para que vivamos en paz.

La Palabra de Dios es Su voluntad para tu vida. Te animamos a leer una vez más los versículos que mencionamos, y a meditar en 1 Corintios 7. Ora y créele a Dios para que te revele Su voluntad respecto a lo que estás creyendo.