Algunas veces, pareciera que el ministerio sería más exitoso si recibiera toda nuestra atención, pero no podemos dársela por nuestro empleo. Sin embargo, la decisión de renunciar a tu empleo, y vivir por fe, debes tomarla después de mucha oración. Y el elemento que muchas veces no se considera es que: ¡también puedes vivir por fe mientras trabajas!

Por tanto, nuestro consejo es que si no escuchas esa instrucción de parte de Dios, no renuncies a tu empleo; sé paciente y continúa trabajando hasta obtener la dirección clara de renunciar a tu trabajo, para invertir todo tu tiempo en el ministerio.

Ahora bien, eso no significa que no debes creer que tu ministerio puede sostenerte. Pues tienes un derecho bíblico para creer en eso. Jesús y el apóstol Pablo le enseñaron a los que predican el evangelio, que debían vivir del evangelio (1 Corintios 9:14, Gálatas 6:6, AMP; 1 Timoteo 5:18).

No obstante, si Dios no te guía a renunciar a tu empleo, no lo hagas. Pero continúa ejerciendo tu fe. Muchos hombres y mujeres de Dios, fueron guiados a continuar trabajando en sus negocios, mientras ministraban. Por ejemplo, el apóstol Pablo fue un fabricante de tiendas durante la mayor parte de su ministerio (Hechos 18:3). Y con tu fe activa, Dios obrará a tu favor; pues en Dios no existe el fracaso.