Debido a que el diezmo le pertenece a Dios, confía en que Él te muestre dónde debes diezmar. Para hacerlo, primero define en tu corazón que tu diezmo es para Jesús. Pues parte de Su ministerio para nosotros, como nuestro Sumo sacerdote en el Nuevo Pacto, es recibir nuestros diezmos y presentárselos al Padre (Hebreos 3:1. 7-8).

Después, pregúntale dónde debes diezmar. Lo importante para ti es ser obediente y dar tu diezmo donde Él te indique. Con frecuencia, Él te dirá que lo entregues en tu iglesia local o en el ministerio que te alimenta espiritualmente.

Cuando entregues tu diezmo, recuerda que Dios ama al dador alegre (2 Corintios 9:7). ¡Diezmar es sólo el inicio del sistema de Dios para dar, pues podemos dar de nosotros mismos a diario! Ya sea que seamos amables con otra persona o que compartamos las buenas nuevas del evangelio con alguien que tenga necesidad, Dios anhela que seamos un pueblo dador.

Te animamos a que te comprometas con el Señor para que des de ti como Él te muestre. Tu tiempo, tus talentos, tus finanzas o tus habilidades, Dios usará lo que tú le ofrezcas, ¡y Él recompensará a aquellos que diligentemente lo buscan (Hebreos 11:6)!