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Pregunta del día

febrero 29

¿Me encuentro atrapado en la misma clase de caídas que mis padres tuvieron?

Para comprender las maldiciones generacionales, necesitas entender las leyes espirituales. Las leyes espirituales —buenas o malas— se arraigan en la vida de una persona cuando las activas con frecuencia. Una vez que se han arraigado, estos hábitos y patrones de pensamientos pasan de generación en generación porque los niños adquieren las características de sus padres.

Pero sólo porque estén arraigados, no significa que esos pecados y esos hábitos del pasado deban prevalecer. Podemos renovar nuestra mente y volver a adiestrar nuestro cuerpo, por medio del poder de Dios a medida que leamos y meditemos en Su Palabra: «Y no adopten las costumbres de este mundo, sino transfórmense por medio de la renovación de su mente, para que comprueben cuál es la voluntad de Dios, lo que es bueno, agradable y perfecto» (Romanos 12:2).

Al estudiar y meditar en la Palabra de Dios, podremos distinguir la diferencia entre escuchar la voz de Dios en nuestro interior y las voces del mundo que están a nuestro alrededor (Hebreos 4:12). Invertir tiempo en Biblia da como resultado una nueva perspectiva de vida y control de los pensamientos y de los sentimientos que nos llevan a hacer lo incorrecto. Si continuamos invirtiendo tiempo, de manera constante, en Su Palabra, sabremos la verdad, así como Jesús lo dijo: «y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres» (Juan 8:31-32).

Por tanto, cuando tu cuerpo o tu mente te sugiere que hagas o que pienses en algo que no se alinea con la Palabra de Dios, lleva de inmediato ese pensamiento cautivo o controla ese deseo mediante la confesión de la Palabra de Dios con tu boca. Recuerda, no puedes vencer pensamientos incorrectos intentando tener buenos pensamientos, pero sí puedes vencer los malos pensamientos declarando la Palabra de Dios.

Bendiciones y maldiciones han pasado de generación en generación; sin embargo, las maldiciones pueden detenerse para que no pasen de una generación a la siguiente. Al declarar la Palabra de Dios, detendrás el mover de la maldición en tu generación. Ordénale que se detenga en el nombre de Jesús. Puedes iniciar este proceso haciendo una oración de todo corazón:

Padre, sé que he cometido equivocaciones y que he pecado contra Ti, y también sé que Tú me has librado de todos mis pecados ¡por medio de la sangre de Jesús! Por tanto, ahora mismo decido desistir de ____________ (pecado o hábito específico) y dejarlo atrás. Te pido perdón, y por fe recibo la limpieza de la sangre de Jesús. Recibo tu poder para vivir libre del pasado. ¡Declaro que soy libre! ¡En el nombre de Jesús, amén!