Estás haciendo lo correcto al darle el primer lugar a la Palabra de Dios en tu vida. Pues de acuerdo con Josué 1:8, la Palabra de Dios debe ser lo más importante en tus pensamientos todo el tiempo; ya sea en el trabajo, en el hogar, o en tu tiempo de ocio. Mientras continúes meditando en esa Palabra de día y de noche, el Señor te revelará cómo debes aplicarla a tu vida y cómo debes actuar en ella. Así que, el deseo de querer crecer en la Palabra es bueno.
Sin embargo, no permitas que el diablo tome tu entusiasmo por las cosas de Dios, y haga que eso se convierta en una piedra de tropiezo entre tú y tu esposo. En lugar de eso, deja que 1 Pedro 3:1 sea tu guía: «Así también ustedes, las esposas, respeten a sus esposos, a fin de que los que no creen a la palabra, puedan ser ganados más por la conducta de ustedes que por sus palabras».
Deja que tu esposo vea que pones en práctica la Palabra en tu vida. Haz que él pueda ver que tu amor por Dios ha hecho crecer –no disminuir− el deseo de amar y servirle a tu familia. Ocúpate de las necesidades de tu esposo y de tus hijos, atiéndelos, busca la forma de demostrarles lo importante que son para ti.
No permitas que el corazón de tu esposo se cierre a la Palabra de Dios, haciéndolo sentir que ésta le ha robado tu atención. En lugar de eso, hazle saber que es más precioso para ti de lo que era antes. Tu diligencia y afección, serán un testigo del amor de Dios; más de lo que pueda ser cualquier lectura de los versículos de la Biblia.