Con las presiones y el dolor que encontramos en la vida terrenal, algunas veces podríamos pensar que sería mejor abandonar este mundo e irnos a casa para estar con el Señor. Pablo compartió ese sentimiento en Filipenses 1:21: «Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia. Por ambas cosas me encuentro en un dilema, pues tengo el deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor; pero quedarme en la carne es más necesario por causa de ustedes» (Filipenses 1:23-24).
Préstale atención a la forma que el apóstol respondió a esa interrogante. Pablo manifestó que no se trataba de qué fuera lo mejor para él, sino lo mejor para los demás. Él valoró las necesidades de las otras personas, por encima de su propio deseo de estar con el Señor.
En otras palabras, esto se trata de nuestro destino. Sin importar lo que sientas, pienses, o creas; Dios tiene un propósito para tu vida también. Él sabía con exactitud cuándo ibas a nacer, y lo que Él deseaba que hicieras. No existe otra persona igual que tú; no hay nadie que pueda hacer lo que tú haces por el Señor. Dios puede usarte para tocar personas –familiares, amigos, vecinos, y personas con necesidad−. Mira a tu alrededor y te darás cuenta de lo bueno que has hecho por los demás, y de las buenas cosas que aún puedes hacer. Creemos que te darás cuenta de que eres una persona que tiene mucho más valor de lo que piensas.
Así que medita si es mejor que estés con el Señor, o es mejor para los demás que te quedes (Filipenses 1:24).