La amistad es algo precioso. Cuando comienzas una amistad quizá desees establecer algunos límites que mantendrán saludable esa relación.

Cuando te des cuenta que acabas de hacer un nuevo amigo, siéntate con él y con sinceridad y de manera abierta, discutan lo que cada uno espera para que esa relación crezca.

Ora con tu amigo y permite que el Espíritu de Dios te guíe cuando hables acerca de tu fe y de tus valores. Analicen cómo resolverán los conflictos que surjan. Hablen acerca de cuánto tiempo pueden invertir para desarrollar la relación. Establezcan quién y qué será prioridad sobre las actividades de la amistad —como la familia, la iglesia, el colegio u otros amigos—. Claro, estos temas pueden discutirse con sinceridad con tus amistades actuales sin importar cuánto tiempo lleven siendo amigos.

Sobre todo, permite que el Espíritu guíe tus amistades. Y siempre espera dar y recibir bendición ¡de todos tus amigos!