En la Biblia no se establece nada acerca de qué sucede con los animales cuando mueren. Lo que sí sabemos, es que los animales tienen un lugar especial, no sólo en el pasado y en el presente de la humanidad, sino también en el futuro. Dios cuida de ellos y ninguno muere sin que Él lo note (Mateo 6:26, 10:29). Dios creó a los animales y vio que eran buenos (Génesis 1:20:25), luego los llevó delante de Adán para ponerles nombre (Génesis 2:19-20), y le asignó a la humanidad la responsabilidad de cuidarlos (Génesis 1:28).
Pero los animales no han sido creados iguales a las personas. Por esa razón, no sabemos si entre los animales que hay en el cielo están aquellos que han muerto en la Tierra. Las personas estarán en el cielo porque son creadas a la imagen de Dios (Génesis 1:26-28, 2:7).
Sabemos que todo lo que Dios nos ha dado aquí en la Tierra, nos ayuda a entender y a recibir lo que Él ha reservado para nosotros en el cielo. Cada oportunidad que hemos demostrado de amar y cuidar la Creación de Dios, será recompensada con mayores oportunidades para dar y recibir amor. No habrá tristeza ni dolor en el cielo. Cada necesidad será suplida y seremos llenos con abundante gozo.
No sabemos si nuestra mascota estará en el cielo, pero Dios sí lo sabe. Y eso es lo importante, porque Sus planes siempre son mejores, y Sus deseos para nosotros son más de lo que podamos pedir o pensar (Efesios 3:20).