En el Antiguo Testamento, bajo el Antiguo Pacto, algunas comidas eran consideradas impuras para comer. Sin embargo, Jesús cambió todo eso al establecer el Nuevo Pacto.
En 1 Timoteo 4:4-5, el apóstol Pablo dice: «Ya que todo lo que Dios creó es bueno, no deberíamos rechazar nada, sino recibirlo con gratitud. Pues sabemos que se hace aceptable por la palabra de Dios y la oración» (NTV).