Dios siempre ha tenido un plan para la nación de Israel, y en Romanos 1:16 podemos leer que aún después de que Jesús pagó el precio por el pecado del ser humano, el Señor continúa teniendo una relación especial con los judíos. Para entender el por qué, debemos saber que Dios ve tres diferentes grupos de personas en el mundo —los Judíos, los Gentiles (personas que no son cristianas), y la Iglesia—. Y cada uno de ellos tiene su propia tarea (1 Corintios 10:32).
Gracias a la obediencia de Abram, Dios estableció un pacto eterno con él y con su descendencia (Génesis 12:1-3, 17:7). Hoy en día, esa promesa aún continúa vigente, pues los judíos tienen un destino y un lugar especial en el plan de Dios. Él los llama la niña de Sus ojos, y como la niña de Sus ojos ellos ocupan un lugar especial en Su corazón (Zacarías 2:8).
El papel que juegan los judíos hoy en día, puede parecer un misterio; sin embargo, Pablo nos ayuda a entender el plan de Dios en Romanos 11:25-33. Él nos muestra en ese pasaje que —en parte— gracias a la obediencia de los judíos, nosotros obtuvimos la misericordia de Dios. Es cierto que muchas personas judías han fallado en cuanto a recibir a Jesús como el Mesías (Romanos 9:32), no obstante, no debemos considerarlos como una raza de personas no creyentes.
Los judíos no fueron el pueblo escogido de Dios por un tiempo, ellos aun siguen siéndolo (Deuteronomio 7:6) —Su pacto con ellos no ha cambiado—. Pues Dios se asegurará que ellos cumplan su destino en Él. Es importante orar por la paz de Jerusalén (Salmos 122:6), y desarrollar una relación con los líderes de Israel. Pues esto le abrirá la puerta a los judíos para que escuchen la Palabra profética del Señor, y a nosotros nos permitirá compartir el evangelio de Jesucristo con ellos, el cual trae salvación al judío y al gentil (Romanos 1:16).
Dios juzga a todas las personas con igualdad (Hechos 10:34), y para que el pueblo judío herede todas las bendiciones espirituales, deben aceptar a Jesús como su Señor. Romanos 2:4, dice que la benignidad de Dios es la que lleva a las personas al arrepentimiento. Esto es evidente, a medida que vemos como el poder sobrenatural de Dios restaura la nación de Israel. Hace más de 50 años, Israel fue establecida por primera vez como una nación, después de casi 2,000 años. Los judíos ahora se han convertido en personas de admiración y asombro para el mundo.
Debido a que están dispersos por toda la Tierra, Dios los está llamando para que regresen a su Tierra a recibir su heredad —la Tierra prometida—. Otras culturas han sido integradas y absorbidas por las naciones, sin embargo, los judíos están saliendo de cada nación —de su religión, de su raza, y de su cultura—. Esto es el cumplimiento de las profecías que leemos en: Isaías 43:5-7, 49:12, 18-22; Jeremías 3:14-18, 16:14-15, 23:7-8, 31:8-10, 17, 27-28, 32:37-44, 33:14; Ezequiel 28:25-26, 36:21-38, 37:1-28, 39:25-29, 43:7.
El amor de Dios por Su pueblo siempre será inquebrantable, y Su misericordia hacia la nación de Israel debe ayudarnos a darnos cuenta de que ¡Dios nunca nos dejará ni nos abandonará! (Hebreos 13:5)