Para entender bien lo que significa el término apuesta, primero debemos entender la ley que Dios ha instituido para la prosperidad. Esa ley, la encontramos en Lucas 6:38: “Dad, y se les devolverá. Una medida repleta, apretada, y desbordante será puesta en tu regazo; porque con la misma medida que mides, te medirán a ti” (Traducción libre de The New Testament in Modern Speech —Weymouth). En ese versículo, puedes darte cuenta que la ley bíblica de la prosperidad, es la ley de dar y recibir; la cual fue creada para beneficiar al que da y al que recibe.
Las apuestas en cualquier forma están en contra de esa ley. Pues son una forma de tomar, sin dar; éstas no benefician a todos. El que apuesta, paga dinero para arriesgarse ganar dinero. Por lo regular, sólo una persona, o unas cuantas personas ganan; eso quiere decir que el que apuesta está arriesgado más a perder que a ganar. Por esa razón, las apuestas están en contra de la ley de Dios. La ley de Dios es una garantía —y no existe ningún riesgo—.
La lotería y las rifas son un poco diferente, pues en ellas no se involucra el riesgo de perder dinero. Sin embargo, ganar es sólo una probabilidad, y no debe usarse como un sustituto para creerle a Dios por eso.