Por supuesto que sí —el Señor desea bendecir el trabajo de nuestras manos (Deuteronomio 16:15, 24:19)—. ¿Es agradable trabajar? No siempre. Pero definitivamente no es malo.
¿Entonces cuál es la perspectiva de Dios con respecto al trabajo? Primero, debemos ser conscientes de que Dios nos creó a todos con un propósito muy especial, y con un destino. Un gran ejemplo de esto es Jeremías. Dios le dijo: «Te conocía aun antes de haberte formado en el vientre de tu madre; antes de que nacieras, te aparté y te nombré mi profeta a las naciones» (Jeremías 1:5, NTV).
Así como el profeta Jeremías, todos tenemos una misión especial que debemos cumplir para el Señor, la cual básicamente es dirigir a las personas hacia Él. Cuando nuestro objetivo principal y nuestra meta es usar nuestros dones y habilidades para darle la gloria a Dios y guiar a las personas hacia Jesús, entonces ¡podremos vivir como ministros de tiempo completo para Señor!
Es posible que exista una perspectiva errónea acerca del trabajo. Jesús nos alertó acerca de esto en Mateo 6:31-33: «Así que no se preocupen por todo eso diciendo: “¿Qué comeremos?, ¿qué beberemos?, ¿qué ropa nos pondremos?”. Esas cosas dominan el pensamiento de los incrédulos, pero su Padre celestial ya conoce todas sus necesidades. Busquen el reino de Dios por encima de todo lo demás y lleven una vida justa, y él les dará todo lo que necesiten» (NTV).
La diferencia principal entre los cristianos y el mundo, en cuanto al trabajo es: Que nosotros no trabajamos para buscar cosas materiales. Pues si le damos prioridad a la voluntad de Dios, ¡las cosas materiales nos buscarán a nosotros! (versículo 33). Como cristianos, nunca deberíamos “trabajar en un lugar”, con el fin de recibir un pago. Pues estamos trabajando para el Señor, ¡y nuestra motivación debe ser bendecir a las personas con los recursos que Dios nos da!
Algo interesante sucede cuando pasamos tiempo con Dios todos los días, escuchamos al Espíritu Santo, y hacemos lo que Él nos muestra y vemos: Su plan de manera clara. Buscar el plan de Dios es ponerlo a Él en primer lugar. Y si lo hacemos, nos daremos cuenta que aún las cosas como el trabajo, se convertirán en algo que disfrutaremos realizar en lugar de verlo como algo laborioso, ¡pues lo estaremos haciendo como para Él!