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Pregunta del día

julio 12

¿Por qué nos enseña la Biblia a juzgarnos a nosotros mismos?

La instrucción bíblica de juzgarnos a nosotros mismos nos fue dada en 1 Corintios 11:31: «Si nos examináramos a nosotros mismos, no seríamos juzgados» (RVC).
Ese versículo fue dado como parte vital de nuestro entendimiento de cómo Dios disciplina a Sus hijos. Si no comprendemos lo que en realidad significa la disciplina del Señor, es muy probable que le echemos la culpa a Dios de todo lo malo que ocurre en nuestra vida.
Ya te imaginarás el resultado de esto —si en realidad creyéramos que Dios es el responsable de las cosas malas que suceden en nuestra vida, en lo más profundo de nuestro corazón comenzaríamos a dudar de Su amor, y luego de la veracidad de otras promesas en Su Palabra. Aunque esto inicie de manera sutil, debilitará nuestra fe y evitará que recibamos de Dios.

Por otro lado, entendemos la disciplina desde una perspectiva muy diferente, cuando empezamos a descubrir que Dios es amor y que es un buen Dios. Ya no vemos Su disciplina como un castigo físico, sino como un entrenamiento e instrucción de la Palabra de Dios (2 Timoteo 3:16). Según la Palabra —los eventos negativos en nuestra vida— son los que nos corregirán e instruirán.

Ahora el término “Juzgar” adquiere un nuevo sentido. En 1 Corintios 11:32, dice que al ser juzgados y disciplinados por el Señor, no podemos ser condenados con el mundo. La palabra griega que se tradujo como “disciplina” en ese versículo significa educar, instruir o entrenar; no castigar. Dios no está buscando maneras de castigarnos. Él está interesado en educarnos, instruirnos y entrenarnos en una posición de justicia; a fin de que disfrutemos todos los beneficios de vivir piadosamente.

1 Corintios 11:31 dice que si nos juzgamos o examinamos a nosotros mismos primero, no seremos juzgados (por nadie más). Es mejor que te juzgues (examinarte) y corrijas a ti mismo primero con la Palabra, antes de que Dios te llame la atención.
Corre a Dios cuando cometas un error, no huyas de Él. Sé pronto para confesar tu pecado y arrepentirte. Eso evitará que Satanás tenga una oportunidad para obrar en tu vida. La desobediencia debilita nuestra fe, y nos hace vulnerables al ataque.

Al no hacer ese tipo de auto disciplina estamos permitiendo que el enemigo traiga debilidad, enfermedad; e incluso muerte (1 Corintios 11:28-30). Satanás es el único responsable de toda destrucción, y obra de maldad en tu vida, no es Dios (Juan 10:10). La voluntad de Dios para ti es una vida abundante, pero es tu responsabilidad mantenerte firme en la Palabra y juzgándote a ti mismo.

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