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Pregunta del día

mayo 31

Pareciera que la vida es sólo un largo castigo. Pues cada vez que termino de pasar por una crisis; de inmediato, surge otra. ¿Acaso me las está enviando Dios para disciplinarme y castigarme?

¡Por supuesto que no! Dios no nunca te enviará problemas para disciplinarte o castigarte. Pues Él tiene una mejor forma de tratar contigo. Sin embargo, para entender la forma en que Él disciplina, necesitas conocer con claridad lo que significa la palabra: “disciplina”. La palabra griega disciplina, es traducida en el Nuevo testamento como: y significa: “Instruir o adiestrar”.

En Hebreos 12:7-11, leemos que nuestros padres terrenales nos disciplinan (o adiestran) de acuerdo con la carne. Sin embargo, nuestro Padre celestial nos disciplina en nuestro espíritu, pues Él es el Padre de nuestro espíritu. En 2 Timoteo 3:16-17 dice que Él nos disciplina espiritualmente por medio de Su Palabra:

«Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra».

¡La Palabra! Es lo que Dios usa para instruirnos —no los problemas, ni las circunstancias destructivas—.

Algunas personas me han preguntado: “Bueno, ¿y qué opinas acerca de aquellas veces en el Antiguo Testamento, en donde Dios envió las maldiciones para enseñarle algo a Su pueblo?”.

¡Dios no envió esas maldiciones! Las maldiciones ya se encontraban ahí, y llegaron a través del pecado. Por esa razón, cuando el pueblo de Israel desobedeció la Palabra de Dios, las maldiciones vinieron sobre ellos de manera automática. Dios les indicó en Deuteronomio 28 lo que tenían a su disposición: la bendición y la maldición; y también les mostró las condiciones que debían cumplir para recibir cualquiera de las dos. Vivir en la maldición, o vivir en la bendición dependería de la decisión que ellos tomaran.

Dios nunca le causó ninguna enfermedad a nadie, o cualquier otra cosa que estuviera en la lista de las maldiciones. SATANÁS ERA, Y SIEMPRE SERÁ EL QUE MATA, ROBA, Y DESTRUYE (Juan 10:10). Cuando una persona se sale de la protección de Dios, Satanás la ataca de inmediato. Y POR ERROR, las personas han culpado a Dios por lo que Satanás ha hecho durante estos años. Dios bendice. Satanás es el único que anda buscando cualquier oportunidad para traer las maldiciones.

Así que, nunca te preguntes si los problemas han sido enviados por Dios para corregirte. Pues Él envió al Espíritu Santo, y Su palabra para que se encarguen de eso. Si lees la Palabra de Dios, y permites que el Espíritu Santo more en tu vida; la Palabra te mantendrá en corrección, y reflejarás la bendición de Dios en tu vida.

Sin embargo, tengo que hacerte una advertencia: Seguirás experimentando problemas y pruebas. Y Satanás se dará cuenta de eso, y aprovechará la oportunidad para tratar de usarlos en tu contra, y robar Palabra que está en tu corazón. Veamos Marcos 4:17-19, para darnos cuenta qué métodos utiliza para robar: «…las preocupaciones de este mundo, el engaño de las riquezas, y la codicia por otras cosas…», Satanás usará todo eso para poner presión sobre tu vida con el fin de destruirte a ti, y tu confianza en la Palabra de Dios.

Finalmente, recuerda que aunque hayas pecado, no debes sufrir el castigo de Dios por ese pecado, al atravesar preocupaciones y problemas. Dios es un Dios de misericordia —y no de castigo—. Por esa razón, Él envió a Jesús a la Cruz. Leamos Isaías 53:5-6:

«Pero él será herido por nuestros pecados; ¡molido por nuestras rebeliones! Sobre él vendrá el castigo de nuestra paz, y por su llaga seremos sanados. Todos perderemos el rumbo, como ovejas, y cada uno tomará su propio camino; pero el Señor descargará sobre él todo el peso de nuestros pecados».

Esos versículos, literalmente nos enseñan que Dios puso sobre Jesús todo el castigo que tú y yo merecíamos. Así que, si has pecado, tienes que arrepentirte, confesar tu pecado y no hacerlo más. Todas las personas tropiezan y caen de vez cuando. Sin embargo, cuando peques no te alejes de Dios; al contrario, ¡corre hacia Él! Pues Él es fiel y justo para perdonarte, y limpiarte de toda maldad (1 Juan 1:9). Ahora, ve y no peques más.

En cuanto recibas tu perdón, toma autoridad sobre el diablo, y dile que ya descubriste su estrategia. Utiliza la Palabra de Dios, y ordénale en el nombre de Jesús que él y sus maniobras se alejen de tu vida. Declárale que Jesús te ha redimido de la maldición de la ley (Gálatas 3:13). Pídele sabiduría a Dios en lo que concierne al problema que estás enfrentando (Santiago 1:2-5), y haz lo que Él te pida.