Lidiar con la muerte de un ser querido, ya sea que estés preparado o no; puede ser muy difícil. Es natural sentir tristeza ante ese tipo de separación. Sin embargo, debes ser consciente que Satanás intentará que permanezcas melancólico —un estado donde la tristeza y el dolor te presionarán—.
Aunque la creencia popular afirma que la tristeza y el dolor te ayudan, no es así. Pues vienen sólo a lastimarte. Son impostores enviados con un propósito —sacar la Palabra de Dios de tu corazón—. No permitas que eso suceda. Jesús ya llevó tu tristeza y tu dolor en la Cruz para que tú no tuvieras que hacerlo (Isaías 53:4).
Como creyente has sido redimido de la maldición de la tristeza y del dolor por la sangre de Jesús. No permitas que esta situación te robe lo que conoces del amor de Dios y de Su fidelidad en cumplir Su Palabra. Persiste en resistir al diablo como Jesús lo hizo —con la Palabra de Dios saliendo de tu boca como un arma en contra del diablo—. En Salmo 119:50, leemos: «Tu promesa renueva mis fuerzas; me consuela en todas mis dificultades» (Nueva Traducción Viviente).
Nunca olvides, Jesús sabe por lo que estás pasando; y está ahí contigo. Él dijo en Juan 14:18: «No los dejaré huérfanos; vendré a ustedes». Aun en los tiempos más difíciles podemos regocijarnos en el hecho que le servimos al Dios de toda consolación (2 Corintios 1:3).
La Palabra nos exhorta a que nos consolemos los unos a los otros con las siguientes palabras:
«Pues, ya que creemos que Jesús murió y resucitó, también creemos que cuando Jesús vuelva, Dios traerá junto con él a los creyentes que hayan muerto. Les decimos lo siguiente de parte del Señor: nosotros, los que todavía estemos vivos cuando el Señor regrese, no nos encontraremos con él antes de los que ya hayan muerto. Pues el Señor mismo descenderá del cielo con un grito de mando, con voz de arcángel y con el llamado de trompeta de Dios. Primero, los cristianos que hayan muerto se levantarán de sus tumbas. Luego, junto con ellos, nosotros los que aún sigamos vivos sobre la tierra, seremos arrebatados en las nubes para encontrarnos con el Señor en el aire. Entonces estaremos con el Señor para siempre» (1 Tesalonicenses 4:14-17, NTV).
Te animamos a echar toda tu ansiedad ante el Señor. Él te ama y cuida de ti con mucho cariño.