En la Biblia, claramente dice que existe un pecado imperdonable: Blasfemar contra el Espíritu Santo. Sin embargo, el diablo ha diseñado enseñanzas llenas de temor de si has o no cometido este pecado, a fin de impedir que tengas comunión con Dios. Medita en lo siguiente: si estás preocupado por haber cometido el pecado imperdonable, estás demostrando, por tu propia preocupación ¡que no lo has cometido!
Y ¿qué pasa con los demás? Perder el tiempo intentando juzgar a alguien más por haber o no cometido el pecado imperdonable, te aparta del lugar correcto para amar e interceder por esa persona.
Jesús mencionó un pecado imperdonable de blasfemia contra el Espíritu Santo (Mateo 12:31-32). El siguiente comentario extraído de Life Application Study Bible, publicado por Zondervan, nos brinda una buena perspectiva de este tema:
«Los fariseos han blasfemado en contra del Espíritu, al atribuirle a Satanás y no al Espíritu Santo, el poder con el cual Cristo realizó milagros (12:24). El pecado imperdonable consiste en negarse, de forma deliberada a creer que el poder de Dios obró en Cristo. Dicha acción produce una considerada e irreversible dureza de corazón. A veces a los creyentes les preocupa que por accidente hayan cometido este pecado imperdonable. Pero sólo aquellos que le han dado la espalda a Dios y rechazan toda la fe, tienen toda la necesidad de preocuparse. Jesús afirmó que ellos no podían ser perdonados —no porque su pecado sea peor que cualquier otro, sino porque jamás podrían pedir perdón—. Cualquiera que rechace los consejos del Espíritu Santo se aparta por sí mismo de la única fuerza que lo puede llevar al arrepentimiento y a la restauración con Dios».
Dios no está intentando mantener a nadie fuera del cielo (Juan 3:16). La sangre de Jesús pagó el precio por todos los pecados de la humanidad; por tanto, no son los pecados de una persona los que la envían al infierno; es el rechazo a Jesús y a la obra de redención que Él hizo por nosotros en la Cruz.