Las palabras hacen que las cosas sucedan. Y ya sea que las cosas sucedan a tu favor o en tu contra, dependerá de lo que confieses (Proverbios 18:21). Por esa razón, es muy importante que elijas declarar lo mismo que Dios declara. Tus palabras llenas de fe, pueden activar la ley del Espíritu de vida. Esto te hará libre de la ley del pecado y de la muerte, bajo las cuales obra la enfermedad (Romanos 8:2).
En griego, la palabra confesión significa decir lo mismo. En relación a la sanidad, significa creer y después confesar lo que Dios dijo acerca del tema. Es simplemente estar de acuerdo con Su Palabra; pues la fuerza de la fe se desata por medio de las palabras. No comprender la confesión, ha evitado que muchos reciban de acuerdo con lo que oran. El problema principal, es que no comprenden la diferencia entre confesar y mentir. A la mente natural le parece una mentira decir: “Estoy sano”, cuando los síntomas de enfermedad aún están presentes. Entender cómo funciona la confesión, ayuda a que comprendas porque no mientes; y lo esencial que es activar tu fe para recibir sanidad.
No confundas un hecho con la verdad. Los síntomas físicos de enfermedad pueden ser un hecho en ese momento, pero estar de acuerdo con la Palabra de Dios conlleva el poder para cambiar “los hechos” (Jeremías 1:12). No neguemos tener síntomas de enfermedad (eso sería mentir), pero sí neguemos su derecho de permanecer en nuestro cuerpo. Al confesar y estar de acuerdo con la Palabra de Dios, los síntomas deben desaparecer. La confesión es el medio por el cual la fe se manifiesta.
Considera qué es una mentira en realidad. Una mentira es un engaño. Según la definición del diccionario Webster, una mentira es: “Una declaración falsa que se utiliza, especialmente con la intención de engañar”. Entonces, ¿qué es una mentira real? Los síntomas de la enfermedad son una mentira real (o un engaño) porque son los intentos de Satanás por hacernos dudar de la Palabra de Dios, la cual es la verdad.
Te animamos a que te ejercites en la confesión de la Palabra de Dios, y no en los “hechos”; acerca de una situación. No somos personas enfermas intentando que Dios nos sane, somos personas sanas a quienes Satanás intenta robarnos nuestra salud. La elección es nuestra, ya sea que estemos de acuerdo con Dios o con Satanás con nuestra confesión. Elige la vida al efectuar una correcta confesión, y declara lo mismo que Dios.