Cuando ores por los enfermos, recuerda que tú no eres quien sana. Tú sólo estás usando tus manos como un punto de contacto para desatar tu fe. Y la persona que recibe, está haciendo lo mismo. Es la Palabra de Dios la que manifiesta la sanidad.
Muchas personas tienen la idea de que Jesús andaba por todas partes imponiendo manos sobre todo el que se encontraba, pero no es así. Él predicaba y enseñaba la Palabra de Dios, y cuando alguien creía lo que Él decía, recibía sanidad. En Su ciudad natal, por causa de su incredulidad, Jesús no pudo hacer grandes obras, excepto imponer manos sobre unos pocos, que padecían enfermedades menores y sanarlos (Marcos 6:16).
Te recomendamos que obtengas una copia del libro de Smith Wigglesworth: El apóstol de la fe; y el del hermano Kenneth Hagin: Healing belongs to all (disponible sólo en Inglés) que enseña que la sanidad le pertenece a todos, dicho libro contiene grandes detalles acerca de imponer manos. Pueden encontrarlos en línea.