Lucifer era el nombre de Satanás antes de ser desterrado del cielo. Ese nombre significa “estrella de la mañana”. Ezequiel 28:13-15, describe a Lucifer antes de su rebelión contra Dios:
«Estabas en el Edén, el jardín de Dios. Tenías la ropa adornada con toda clase de piedras preciosas —cornalina rojiza, peridoto verde pálido, adularia blanca, berilo azul y verde, ónice, jaspe verde, lapislázuli, turquesa y esmeralda—, todas talladas especialmente para ti e incrustadas en el oro más puro. Te las dieron el día en que fuiste creado. Yo te ordené y te ungí como poderoso ángel guardián. Tenías acceso al monte santo de Dios y caminabas entre las piedras de fuego».
«Eras intachable en todo lo que hacías, desde el día en que fuiste creado hasta el día en que se encontró maldad en ti» (Nueva Traducción Viviente).
La Biblia nos da cada detalle del rol de Lucifer antes de su caída. Sabemos que estuvo en “el Edén, el jardín de Dios” (versículo 13) y que era “un poderoso ángel guardián” (versículo 14). La Biblia da más detalles de Lucifer con respecto a su caída, para que tengamos una idea del por qué se encuentra en su situación actual.
En Isaías 14:12-15, se describe su caída: «¡Cómo has caído del cielo, oh estrella luciente, hijo de la mañana! Has sido arrojado a la tierra, tú que destruías a las naciones del mundo. Pues te decías a ti mismo: “Subiré al cielo para poner mi trono por encima de las estrellas de Dios.
Voy a presidir en el monte de los dioses, muy lejos en el norte. Escalaré hasta los cielos más altos y seré como el Altísimo”. En cambio, serás bajado al lugar de los muertos, a las profundidades más hondas» (NTV).
Lucifer no quiso obtener su plenitud y su promoción en Dios, sino exaltarse a sí mismo en un lugar independiente de Dios. El mal encontró su origen cuando Dios, quien es bueno, es hecho a un lado. Lucifer cayó de su posición cuando pretendió elevarse por encima de la voluntad de Dios. Paso de ser el ungido ángel guardián a ser la encarnación del mal.
La caída de Lucifer es un ejemplo para nosotros. Necesitamos entender que la ausencia de Dios causa que todas las cosas se tornen malas y corruptas. Por esta razón, debemos hacer de nuestra relación con Dios la prioridad número uno en nuestra vida. Cuando le damos el primer lugar a Dios, ¡Él nos dará por añadidura todas las cosas que necesitamos (Mateo 6:33)!