Utiliza la siguiente oración como tu propia confesión de salud y sanidad. Mientras la declaras, recuerda que en Jeremías 1:12 dice que Dios vela porque Su Palabra se cumpla.
Padre, en el nombre de Jesús, confieso Tu Palabra referente a la salud y a la sanidad. Mientas oro, creo y declaro que Tu Palabra no regresará vacía, sino cumplirá lo que dice que hará.
En el Nombre de Jesús que soy sano de acuerdo con 1 Pedro 2:24. Tu Palabra dice que Jesús mismo tomo mis enfermedades y mis dolencias (Mateo 8:17). Así que, con gran valentía y confianza, declaro por la autoridad de Tu Palabra y declaro que soy redimido de la maldición de la enfermedad. Y me rehúso a tolerar los síntomas.
Satanás, te digo en el Nombre de Jesús que tus principados, potestades, gobernantes de las tinieblas en este mundo y huestes espirituales de maldad en las regiones celestes están atados, y no pueden obrar en mi contra en ninguna manera. He sido desatado de tus obras. Yo soy propiedad del Dios todopoderoso y no tienes lugar en mi vida. Habito al abrigo del Altísimo. Vivo y permanezco firme e inamovible bajo la sombra del Omnipotente, cuyo poder ningún enemigo puede resistir.
Ahora, Padre, creo que Tu Palabra dice que el ángel del Señor acampa a mí alrededor y me libra de toda obra maligna. No me sobrevendrá mal, ni plaga tocará mi morada.
Confieso que la Palabra habita en mí y que es vida y medicina para mi cuerpo. La ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús obran en mí, haciéndome libre de la ley del pecado y de la muerte.
Me aferro a mi confesión de Tu Palabra y permanezco inamovible, sabiendo que la salud y la sanidad son mías ahora, en el nombre de Jesús.